Después de regresar a su habitación, Gerald comenzó a pensar en todo lo que había sucedido esta noche...

En cuanto a Maddox, él estaba sentado ante algunos de sus confidentes, en una lujosa villa cerca de la base militar, con una copa de vino tinto en la mano. Después de tomar el vino, él no pudo evitar decir: “Está bien, cuando regresen, quiero que todos ustedes le digan a sus subordinados que se vistan con elegancia mañana, ¿entendido?”.

“Lo sabemos. No se preocupe, ya está todo bien preparado. Seguramente las cosas saldrán perfectas mañana”, respondió uno de los confidentes después de mirar a los demás.

“Aún así... ¿De verdad está seguro de que Gerald vendrá mañana, subcapitán?”, preguntó un confidente calvo.

“¿Por qué no lo haría?”, respondió Maddox mientras se servía otra copa de vino.

“Me refiero a que… Desde que él llegó a Yanam, no hemos tenido ninguna noticia sobre él…”, murmuró el hombre calvo en un tono ligeramente preocupado. Él, por su parte, había estado al lado