Gerald le ordenó a Ray con impotencia.

Cuando Ray escuchó sus palabras, de inmediato se acercó a la pitón gigante con entusiasmo y se puso en cuclillas para levantarla.

Poco después, Gerald ya había encendido la fogata y comenzó a asar la carne de serpiente.

“Hermano Gerald, te dije que la cueva no sería un lugar simple. Olía tan mal, ¡pero no esperaba que fuera una cueva de serpientes!”.

Ray miró a Gerald mientras hablaba. Él sintió que el apestoso olor de la cueva era bastante extraño y, resultó que había un animal viviendo en ese lugar.

La pitón gigante estaba dormida y probablemente había salido de la cueva para ver quiénes eran porque debieron haberla perturbado sin saberlo.

Al final, la pitón gigante aún así había muerto en manos de Gerald y se había convertido en alimento para ellos.

No se podía evitar, ya que así era como funcionaba la cadena alimentaria. La vida y muerte de ellos eran determinadas por Dios.

La pitón gigante tuvo la mala suerte de haberse encontrado con