“Gerald, ¿quién era?” Ray miró a Gerald y preguntó.

“No sé. Era un hombre. Él fue quien envió la carta y me dijo que quería jugar conmigo. ¡Él está loco!”, dijo Gerald con impotencia.

¡¿Qué hora era para que el hombre todavía quisiera jugar con él?! Gerald no quería preocuparse tanto por esto.

De hecho, eso los había puesto un poco ansiosos hasta el punto de que habían pensado que era el Señor de las Ascuas y no había muerto.

En cuanto a la identidad de este hombre, a Gerald no le interesaba saberlo.

Después de escuchar lo que había dicho Gerald, los tres no hicieron más preguntas. Sintieron que podría ser una broma.

Sin embargo, la cosa no era tan simple como lo había pensado Gerald.

Ese día, Gerald llevó a Ray a comprar algo de comida.

No pudieron descansar de manera adecuada durante mucho tiempo. Así que, decidieron comprar unos ingredientes buenos y cocinar juntos una comida abundante.

Gerald y Ray fueron al supermercado. Cuando salieron, ambos llevaban dos bolsas grandes