Una vez que se vació la botella, él se burló antes de tirarla al suelo.

Con fragmentos de vidrio ahora esparcidos alrededor de sus pies, Frederick miró a Gerald, queriendo ver qué diría al respecto.

Yelena, por otro lado, estaba mortificada. Después de todo, ¡ella sabía muy bien quién era esta persona!

“…¡Qué ridículo!”, gritó Gerald.

Después de colocar una toalla blanca en su rostro, Gerald por fin comenzó a disfrutar en las aguas termales. Ahora que este bufón lo había interrumpido, estaba menos que satisfecho.

“Tú… ¡¿Qué diablos acabas de decir?! Apuesto a que todavía no sabes quién soy, ¿verdad? Para que lo sepas, ¡mi padre tiene conexiones con la familia real saudita!”, rugió el enfurecido Frederick.

El silencio fue la única respuesta de Gerald. Después de todo, él ya podía escuchar los muchos pasos que se acercaban rápidamente... y unos momentos después, ¡más de diez hombres habían rodeado el área!

Mirando a la persona que parecía ser el líder del grupo, el hombre d