“¡He estado viviendo mi vida sin obstáculos todo este tiempo...! Dicho esto, ¡no hay forma de que pierda contra este joven inmaduro e inexperto! ¡Eso es simplemente imposible!’, pensó Carlos, ¡con una expresión extremadamente horrible en su rostro mientras estiraba la palma de su mano!

Cuando cinco uñas largas y negras se extendieron desde su palma, Carlos rugió: “¡Al diablo contigo!”.

“Me aburres”, respondió Gerald mientras miraba el ataque entrante antes de sacudir la cabeza, con una sonrisa irónica en su rostro.

Antes de que Carlos pudiera infligir algún daño, miró con los ojos muy abiertos mientras Gerald movía suavemente un dedo en su dirección… ¡enviando un rayo de luz volando hacia él!

Incapaz de esquivarlo a tiempo, la luz dorada se estrelló directamente en su oscuridad, contrarrestando completamente el ataque de Carlos mientras se escuchaba un sonido explosivo.

Lo siguiente que supo el anciano fue que volaba hacia atrás como una cometa arrugada. Un gran trozo de su r