“…¿Qué? ¿Quién dijiste que eras?”, dijo el asombrado guardia de seguridad.

Él realmente no podía creer que este joven que tenía enfrente, que era un pobre de verdad, ¡se atreviera a afirmar que era el señor Crawford!

Aunque definitivamente no le iba a creer a Gerald juzgando solo por su apariencia, el guardia tuvo la conmoción de su vida cuando vio la mirada en los ojos del joven.

Él de verdad no le había prestado demasiada atención a Gerald antes, pero después de vislumbrar la mirada de Gerald, cuando Gerald lo estaba mirando, el guardia sintió al instante un aura fuerte y presionante del joven.

Añadiendo el inmenso sentimiento opresivo que Gerald era capaz de emitir con gran fuerza, el sorprendido guardia, que sentía más y más escalofríos recorrer por su espalda, se sentía cada vez más obligado a creer la afirmación de Gerald.

Incluso Xavia y los demás se habían sorprendido en el momento en que escucharon a Gerald decir eso.

Poco después, Xavia salió del trance antes de r