Al escuchar eso, Gerald se giró para mirar la mesa. Al ver que lo que había dicho Chester era cierto, se acercó a recoger la nota. En ella, había una línea de palabras que decía: “¡Encontrémonos en el Puente del Cielo de Ciudad Querton a la medianoche de hoy!”.

Aparte de ese sencillo mensaje, no había nada más en la nota. Ni siquiera había una firma para indicar quién la había dejado.

“...¿Podría el remitente haber sido Matilda...? Después de todo, ella no pudo encontrarnos al principio... Aunque al final consiguió invitarnos, no creo que sea descabellado pensar que fue ella quien dejó esa nota aquí”, dedujo Chester.

Sacudiendo la cabeza, Gerald replicó: “Conociéndola, lo más probable es que siguiera buscando a lo loco hasta que lograra encontrarnos. ¡Dejar una nota es demasiado fuera de orden para una persona como ella!”.

Aún así, qué extraño incidente...

‘Ni siquiera conozco a nadie en la Ciudad Antigua... ¿Quién podría ser el que me invitara a reunirnos...?’, pensó Gerald.