A pesar de eso, Gerald no se rindió tan fácilmente.

Utilizando una habilidad que le permitía caminar con extrema ligereza, sus pies casi nunca tocaban el suelo mientras corría tras el zorro.

Después de correr durante bastante tiempo, el zorro sagrado se dio cuenta de que Gerald no parecía estar disminuyendo su velocidad. Entendiendo que no podría deshacerse de él simplemente corriendo, el zorro se lanzó a un arbusto.

En el momento en que entró en el arbusto, Gerald lo perdió casi instantáneamente.

“¡Maldición! ¡¿De verdad te escapaste de nuevo?!”, dijo Gerald mientras dejaba de correr, sintiéndose un poco deprimido.

Sin embargo, aún no se había rendido. Conteniendo la respiración para permanecer en silencio, examinó rápida y cuidadosamente el área que lo rodeaba.

Si no tenía cuidado de prestar atención mientras podía, Gerald temía que el zorro terminara abandonando el área por completo.

Sin embargo, se sorprendió al escuchar repentinamente voces que gritaban: “¡N-no nos mates! ¡