Zayne sentía un dolor en la nariz y abrazó a Josie con fuerza entre sus brazos. Sin embargo, la sensación de impotencia en su cuerpo le produjo una fuerte sensación de contradicción. Rápidamente apartó a Josie mientras casi le suplicaba: “Olvídate de mí, Jos. Busca un hombre para que te puedas casar más adelante. Encuentra a alguien que tenga buena salud y que pueda hacer dinero. Necesitas a alguien que pueda compartir tus preocupaciones para que no tengas que trabajar tanto”.

Josie le agarró de los hombros, sacudiéndolos frenéticamente de forma agitada. “De ninguna manera. Nadie nos querrá nunca a mí y a Joseph más que tú. Nunca seré feliz cerca de ningún otro hombre”.

Él comenzó a sollozar en voz alta como un niño. “¿Cómo puedo irme en paz si te pones así, Jos?”.

Ella dijo: “No te dejaré ir a ninguna parte. Te daré el riñón para que vivas”.

Zayne se resistió ferozmente. “¡De ninguna manera! ¿Sabes por qué oculté mi estado y me negué a que ninguno de ustedes lo supiera, Josie? Es