“Levántate”. Monstruo miró a la aturdida Hermana Daisy, la expresión fría en su rostro volvió a la normalidad. Un rastro de calidez regresó a su voz despiadada. “Sírveme un vaso de agua”.

La Hermana Daisy se levantó temblando y caminó hacia el dispensador de agua. Ella le sirvió un vaso de agua caliente, luego lo mezcló con un poco de agua fría antes de darse la vuelta y caminar hacia Monstruo. Le entregó el vaso de agua con reverencia con ambas manos.

“Bebe un poco de agua, padre”.

Monstruo tomó el vaso de agua, pero se congeló un poco cuando escuchó lo amargada que sonaba la Hermana Daisy cuando se dirigía a él. De repente, puso el vaso de agua en la mesa de café junto a él y tomó a la Hermana Daisy en sus brazos.

“¿Cómo puedes llamarme ‘padre’? Te negaste a llamarme así la última vez”.

La Hermana Daisy estaba sonrojada, pero la mirada en sus ojos estaba anormalmente fría. Había un rastro de agravio en su voz. “Se supone que debo llamarte ‘padre’ ya que te niegas a casarte conmi