A medida que pasaba el tiempo, él no podía garantizar que no terminaría enamorándose de ella en absoluto.

Tomemos, por ejemplo, cuando su piel se puso pálida después de que le extrajeron la sangre. Él sintió que su corazón le dolía terriblemente por alguna razón, y era el tipo de dolor que podría hacerle perder la cabeza.

“Nada”, dijo él, sonando un poco irritado.

“Se hace tarde. Deberías regresar a casa y descansar”. La voz de él volvió a sonar indiferente y retraída.

Angeline dijo: “Solo echaré un vistazo a lo que necesitas aquí y le pediré a la enfermera que te lo prepare. Ya voy a regresar a casa”.

Ella caminó por la sala antes de irse reaciamente.

Poco tiempo después, la enfermera llegó a la sala y cambió todos los elementos de la cama de acompañante siguiendo las instrucciones de Angeline.

Las coloridas sábanas y fundas de edredón fueron reemplazadas por diferentes tonos de plata y gris.

Jay miró a la enfermera con sospecha. “¿La Srta. Severe te pidió que los cambiaras?”.