Despierto con un fuerte dolor de cabeza. Al abrir mis ojos me doy cuenta de que no estoy en mi habitación,  estoy en la de Gael, bajo rápido la mirada dándome cuenta que estoy desnuda y ahí me llegan de golpe los recuerdos de lo que paso anoche. Escucho como abren la puerta, y  al ver observar quien es, veo a, Gael, que no deja de mirarme con deseo y lujuria

- despertaste - se acerca a mí y cuando está a unos centímetros de mi cara, me besa, pero no es cualquier beso, es uno muy apasionando cardado de promesa sexual  - buenos días,  preciosa - que imbécil,  cree que porque me acosté con él ya le perdonando todo

- hola - lo saludo seca, y me paro de la cama tomando la sabana

- oye, ¿qué pasa? - me detiene, Gael, mirándome confundido

- ¿¡crees que porque follamos anoche ya te perdone todo lo que hiciste!? - él parece sorprendido

- mira tam, quiero empezar de cero, pero necesito que me perdones - ese idiot