Casa Club Emperador, Buckwood.

Solo los ricos podían frecuentar esta exclusiva casa club.

Era un refugio particularmente popular para los jóvenes herederos ricos.

Alquilar una habitación privada por solo una noche podría costar decenas de miles de dólares.

Allí era donde los ricos gastaban su dinero como agua sin el menor cuidado del mundo, un lugar que los pobres solo podían mirar desde lejos.

En una de las habitaciones privadas, Brent Silva se sentó al final de una mesa larga. Sonriendo mientras jugaba con su teléfono.

“Todos, soy su anfitrión por la noche. Ninguno de ustedes está pidiendo bebidas ni llamando a ninguna mujer. ¿Me están menospreciando?”.

Sentados en su lado opuesto había al menos diez o veinte ricos herederos. Por lo general, eran indiferentes y egoístas, pero en ese momento todos tenían expresiones tensas similares.

En el pasado, habrían jugado felizmente con las mujeres.

Por el contrario, hoy pidieron solo sopas y aguas, y no se atrevieron a tocar el vino