“¡Basta de charla!”.

“¡Cierren la mald*ta puerta!”.

“¡Nadie se irá hasta que hayamos acabado con Harvey York!”, exclamó Frankie Garcia.

Poco después, la puerta del patio se cerró de golpe.

El mundo exterior quedó completamente aislado en ese momento.

Nadie podía entrar ni salir del lugar. Tampoco nadie iba a enterarse de la verdad sobre la situación.

“¿De verdad? ¿Vas a soltar a los perros ahora?”, preguntó Harvey con calma.

“¿Crees que esta puerta puede impedirme salir?”.

“¡Esta vez ni Dios te sacará de la situación!”.

Frankie soltó una risita despiadada.

“¡Ya lo dije!”.

“¡La policía te cubrió las espaldas la última vez, Harvey!”.

“¡Quiero ver a quién tienes a tus espaldas esta vez!”.

Harvey levantó con calma la espada que tenía en su mano antes de deslizar su dedo por la hoja con una sonrisa.

“¿Quién te dio la idea de que necesitaba la ayuda de la policía la última vez?”.

“Podrían haber estado protegiendo a ustedes en su lugar”.

“¿Qué? ¿Estás diciendo que estamos cond