Harvey York sonrió.

“¡No te preocupes! ¡Solo son un montón de payasos!”.

Xynthia Zimmer no pudo evitar fruncir el ceño. Le pareció que Harvey se había pasado un poco con el insulto.

Pero no dijo nada más por respeto a él.

“¡¿Nos llamas payasos?!”.

“¡¿Quién te dio el valor para decir eso?!”.

“¡¿Sabes quiénes somos?!”.

“¡No estamos a la altura del círculo social superior, pero aquí todos somos parientes del gobierno!”.

“¡Podemos aplastar a los forasteros como tú con un dedo!”.

“¡¿De dónde sacaste el valor para llamarnos payasos?!”.

El grupo de gente estaba mirando fijamente a Harvey con sonrisas desdeñosas en sus rostros.

“¡Estás muerto, chico! No pasa nada si vas contra la Director Baker aquí, ¡pero no saldrás ileso de aquí por burlarte así de nosotros!”.

“¡Oh! ¡Estas señoritas se ven muy bien! ¡Debería jugar con ellas más tarde! ¡Será un desperdicio si no lo hago!”.

Los ricos mujeriegos se reían fríamente mientras miraban a Harvey, como si fuera un cordero al matadero.

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