Julian York se cubrió la cara con una expresión horrible en su rostro.

Contra un hombre más despiadado y problemático como Harvey York, Julian sintió que estaba a punto de llorar.

Ya se había rendido en lo más profundo de su corazón, pero el orgullo que acumuló durante tanto tiempo nunca le permitiría suplicar piedad.

Sabía que si lo hacía, él y los Centinelas de los York se convertirían en la mayor broma de Hong Kong y Las Vegas.

“Te daré una última oportunidad. Rómpete la mano y arrodíllate frente a la Señora Judd”.

“¡Si no, tendrás una muerte muy horrible!”.

Las tranquilas palabras de Harvey habían sellado por completo el destino de Julian.

Justo cuando Julian estaba a punto de romperse la mano...

Un fuerte ruido se escuchó desde lejos.

Diez enormes aviones llegaron rugiendo desde los cielos.

Eran helicópteros militares. Se podía sentir un aura intensa e implacable en ellos cuando rápidamente se acercaron volando.

Antes de que la multitud pudiera reaccionar, los helicópte