Después de escuchar esas palabras, Harvey York preguntó con calma: “¿Trabajó para el Imperio del Sol Naciente?”.

“La princesa de su realeza ni siquiera me importa. Obviamente, no podría importarme menos que un subordinado como él se aproveche de su vejez”.

Harvey siguió caminando después de que terminó de hablar.

Pronto, los dos habían llegado al jardín colgante a través del ascensor exclusivo.

El lugar tenía casi seis mil quinientos pies cuadrados, cubierto de plantas exuberantes.

Una habitación de invitados de unos dos mil pies cuadrados estaba ubicada en medio del jardín. En las paredes estaban colgadas conocidas caligrafías y pinturas, mientras que los tradicionales muebles de madera de phoebe tallada en seda dorada estaban colgadas por toda la habitación.

Todo el lugar tenía un aspecto exquisito e ingenioso. De hecho, era una vista rara.

Pero en ese mismo momento, el lugar era un gran desastre.

Innumerables sofás y mesas de café de valor incalculable fueron hechos pedazos.