Tío, algo pasó aquí.

— Te lo advierto por segunda vez, no me hables en ese tono, recuerda quién eres. Además, ¿y qué si tu mano sangra por la espina de una rosa? ¿A quién le importa un Omega? Yo, en cambio, soy la única Princesa aquí, y quiero darme un baño de pétalos, así que ¿de qué valen tus manos de zorra? — Replicó queriendo lastimarme con sus palabras, pero está vez para lastimarme solo podía ser de manera física, porque mi corazón había sido blindado, se había vuelto duro gracias a todo lo que ella y Damian me habían hecho antes.

Sin querer discutir más fui a cumplir su orden sola, porque Lina y María estaban preparando el baño y antes de que pudiera recoger la primera rosa, una ráfaga de viento sopló y una voz masculina llegó desde atrás.

— Puedes vengarte de mí, pero ¿qué vas a hacer con el jardín de mi madre? — Preguntó Damian y lo sentí acercarse.

— Es tu hermana, quiere las flores de aquí para su baño. — Respondí encogiéndome de hombros.

— ¡Nunca le pidió a ninguna criada que hiciera algo así!
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