El rubor se hizo más intenso en las mejillas de Renata, que balbuceó: —Jefa, eso no tiene sentido. Yo... —¿Has investigado lo que te pedí? —De pie junto a Renata, Sofía cambió repentinamente de tema y preguntó por la joven y su madre.Renata se sorprendió por el rápido cambio de tema. —¿Eh? Oh, sí, tengo lo que querías. Vamos a ver el apartamento ahora y después te llevaré a reunirte con la madre y la hija.Localizarlos había sido pan comido, pero Renata se preguntó si era necesario informar a Sofía de sus lamentables destinos para prepararla mentalmente para la visita.Sofía no hizo más preguntas y siguió a Renata hasta la entrada del barrio.Tardaron diez minutos a pie en llegar al lugar, que se ajustaba a sus exigencias. También estaba satisfecha con el entorno. Cuando vio el apartamento, no pudo contenerse y dijo: —Realmente puedo confiar en que Valerio lo hará bien. Encontrar enseguida un apartamento que satisficiera sus condiciones no era tarea fácil.—¡Claro! Valerio siempr
Renata lidió con unos sentimientos complicados al preguntarle a Sofía: —¿Parezco fiera?¿Por qué la hermana de Mercedes estaba dispuesta a hablar con Sofía y no con ella? Se preguntó si no había sido lo suficientemente amable al presentarse.—Estás bien. —Sofía se esforzó por responder. Renata siempre tenía un aire tranquilo, quizá debido a su práctica habitual de artes marciales, que podía hacerla parecer poco amistosa. Sofía también practicaba artes marciales, pero se diferenciaba de Renata en que no sólo se concentraba en la práctica. Eso podría explicar por qué parecía más amable que Renata.Renata parecía disgustada, pero no dijo nada. La puerta volvió a abrirse y la misma mujer de hace un momento asomó la cabeza y dijo: —Pasen.Sofía y Renata la siguieron al interior del lugar, donde pudieron ver objetos desparramados por todos lados. Entraron en el único dormitorio, donde encontraron a Mercedes tumbada en la cama, con peor aspecto que antes.—Doctora López, ¿por qué está aquí
Incluso cuando Mercedes estaba a las puertas de la muerte, el muy imbécil no se molestó en ocuparse de ella. No sólo eso, sino que la echó de casa junto con su hija para no afectar a sus posibilidades de volver a casarse. Y lo que es más grave, no estaba oficialmente divorciado -la pareja se encontraba en el período de reflexión previsto por la ley-, pero ya estaba buscando una nueva esposa.No había que esforzarse mucho en adivinar el destino de Camila viviendo con un padre como él.Al principio, Mercedes dudaba de la existencia de la organización benéfica que Sofía había mencionado.Sin embargo, después de oír las palabras de Renata, se dio cuenta de algo. Independientemente de que existiera la beneficencia, necesitaba operarse y sobrevivir, pues era la única forma de cuidar de su hija y verla crecer feliz y sana.Media hora después, siguió a Sofía y Renata hasta su carro. Esta vez, dejó a Camila al cuidado de su hermana en lugar de llevarse a la niña. Si la operación era un éxito, v
—Las cosas van bien por mi parte, pero parece que Yolanda tiene algunos problemas. Si estás libre, deberías ayudarla. Yolanda era la responsable del trabajo de diseño de moda, un área que estaba fuera de su alcance, y por eso decidió meter a Sofía en el asunto.—¿Qué pasa? —preguntó Sofía.—Probablemente sea algún asunto relacionado con su exmarido. De todas formas, sus proyectos no van demasiado bien por el momento. —Valerio no tenía ni idea de las dificultades laborales de Yolanda. Como eran custodios de la empresa que trabajaban de forma independiente, no ofrecería su ayuda si Yolanda no se lo pedía.Sofía lo adivinó tras escucharle, y contestó: —Claro, yo me encargo.Valerio dejó el tema de Yolanda y preguntó: —¿Te gusta el apartamento?—Es bastante decente. —Ella asintió.Sonrió, sin sorprenderse por la respuesta satisfecha de ella. Los dos se enfrascaron en su conversación e ignoraron la presencia de Renata. Renata quería charlar, pero no encontraba ocasión de interrumpir su
—Sí, al menos deberías darme la oportunidad de conocerme mejor.Renata asintió y miró a Valerio con expectación. Él la ignoró y se volvió hacia Sofía.—¿Por qué no pensaste en darme una oportunidad cuando me rechazaste en el pasado?Las dos mujeres se sumieron en el silencio. El ambiente fue gélido por un momento, pero Sofía reaccionó con rapidez.—Eso es porque sé que no me perseguías por interés: sólo querías competir contra Julio.Valerio no tenía nada que decir en contra de su afirmación, y Renata dejó escapar un suspiro, aliviada. No sabía si Valerio estaba realmente enamorado de Sofía o no. Sofía era mejor en todos los aspectos y, lo que era más importante, era su jefa.Afortunadamente, a Valerio no le gustaba Sofía.—Si no tienes nada más que discutir, me iré.Se levantó sin intención de continuar la charla.Sofía no le detuvo, preocupada por si le causaba más vergüenza.“Será mejor que se vaya ya y vuelva a ganar dinero para mí”, pensó.Renata no quería que se fuera, pero sabía
Para sorpresa de Sofía, antes de que tuviera la oportunidad de presionar a los Luna con la autoridad de los López, se encontró con Daniela en la sala del hospital.Daniela llevaba escayolas en las extremidades y estaba inmóvil en la cama. Sólo sus ojos miraban al techo.—¿Esto es el karma?Sofía, de pie junto a la cama de Daniela, comprobaba al azar los nombres de los pacientes ingresados cuando encontró el de Daniela. Por supuesto, tenía que comprobarlo por sí misma.Cuando llegó a la habitación, se cercioró de que, efectivamente, la paciente era Daniela Navarra.Sofía pensó que la situación era ridícula y se rio a carcajadas sin tener en cuenta los sentimientos de Daniela.Al oír la voz de Sofía, Daniela tembló de rabia aun cuando no podía mover un dedo.—¡Sofía López!—Vaya, me has reconocido enseguida por mi voz.Sofía se agachó, con la cara frente a la de Daniela, comprobando sus heridas.Daniela apretó los dientes mientras luchaba contra las ganas de abofetear a Sofía. Lástima q
Sofía no se quedó demasiado tiempo en la habitación de Daniela.Tampoco le importaba la identidad del agresor de Daniela. No era asunto suyo, no quería tener nada que ver.Cuando Julio se reunió con ella, le habló deliberadamente de Daniela para observar su reacción. No hubo ningún cambio en su expresión, como si Daniela fuera una extraña para él.Le aburrió su reacción y refunfuñó: —Estabas muy unido a ella. ¿Por qué parece que no te importa?—Sofía, a veces eres imposible.Suspiró y le sonrió derrotado.A ella le extrañó su comentario, y él le explicó: —¿Esperabas alguna reacción cuando mencionaste a Daniela? ¿Creías que me preocuparía por ella?Hizo un mohín.—Fue una charla casual. Si odias el tema, olvida que lo he sacado.—No, no es que odie el tema. Creo que subestimaste mis sentimientos por ti.Nunca sintió nada por Daniela y no podía importarle menos que le dieran una paliza y la hospitalizaran. Aunque estuviera muerta, no mostraría ninguna respuesta a la noticia. —De acuer
Se rio de su pregunta y en su lugar le preguntó: —¿Estás preocupada?—¡Claro! ¿A quién no le preocupa su seguridad?Dado lo influyentes que eran los César, pensó que no podría acabar con ellos ni siquiera como jefa de los López.Ernesto César era un hombre despiadado. Lo demostraba la forma en que accedió en silencio al ataque de Nicolás contra Julio. Definitivamente no era fácil tratar con él.—¿Por qué aceptaste cenar conmigo, entonces? —inquirió él, al no ver ningún atisbo de miedo en su rostro.Sofía dio un mordisco y dijo con despreocupación: —No puedo renunciar a mi vida normal por miedo.Aceptar cenar con Julio y acercarse el uno al otro formaba parte de su vida normal, y no lo cambiaría por nadie, aunque eso supusiera arriesgar su seguridad. Tampoco creía que mantener las distancias con Julio la pusiera a salvo de Ernesto César. Si el viejo ponía sus ojos en ella, no se lo pondría fácil por mucho que se alejara de Julio.—Sí, tienes razón. —Asintió con la cabeza—. No te preoc