Tras decir estas palabras, la expresión de Sofía cambió ligeramente. Le miró y le preguntó:

—¿Te ha ofendido de alguna manera?

—En realidad no, simplemente no me gustan ese tipo de mujeres.

El éxito del proyecto de Juliana animó indirectamente a otras mujeres que querían trabajar entre bastidores a seguir su ejemplo. Julián tendría que vigilar cada trago que tomara a partir de entonces. Innumerables mujeres intentarían llevar a cabo sus planes a cualquier precio, sin importarles las consecuencias.

—Si quieres darle una lección, es asunto tuyo. No me metas en eso.

Sofía no quería verse implicada. Si después Julián hacía algo, podría echarle la culpa a ella por haberle enseñado. No podría dar explicaciones ni a los César ni a Bruno.

Al oír su respuesta, Julián se sintió agraviado.

—Sofi, sólo quería ayudarte a expresar tu rabia.

—Vamos. No se haga el inocente, señor César. Dígame cuál es su propósito al acercarse a mí.

Cansada de seguirle el juego, decidió llamar a las cosas por su nom