Juliana se negaba a marcharse, pues sabía lo que le esperaba en casa. Sin embargo, no consiguió liberarse del agarre de Paloma y no tuvo más remedio que ser arrastrada hasta su casa.De camino a casa, Juliana lloraba en el coche.—Mamá, ¿por qué nos hemos tenido que ir? Deberíamos pedir ayuda al tío Gonzalo y a Leo, que seguro que nos ayudan.Paloma ya estaba bastante frustrada, y el llanto incesante de Juliana la sacaba de quicio.—¡Deja de llorar!Juliana quedó desconcertada tras ser amonestada.—Mamá, ¿hasta tú estás enfadada conmigo ahora?Sollozó aún más fuerte.Sintiéndose impotente, Paloma abrazó a Juliana.—No estoy enfadada contigo. Sólo creo que tenemos que buscar una solución en vez de llorar inútilmente. ¿De verdad creías que el tío Gonzalo y Leo nos ayudarían si se lo pedíamos? Eres una ingenua si pensabas eso. No nos ayudarán porque no se van a poner en contra de tu padre sólo por nosotras. ¿Entendido? No somos nada para ellos.Decidió aclarar las cosas con Juliana para q
Juliana escuchó la explicación de Paloma en pesado silencio y discrepó en secreto con los argumentos de su madre. Creía que el fracaso de Paloma provenía de su incapacidad para conquistar el corazón de su padre.Ella pensaba que era diferente y confiaba en su atractivo. Podría enamorar a Rodrigo una vez casados.Sin embargo, nadie sabía de dónde sacaba su confianza.—Mamá, ¿qué hiciste para casarte con papá?De repente se interesó por el pasado de Paloma, pensando que podría servirle como ejemplo.Paloma puso un gesto de amargura al oír eso.—¡Juli! No seas tonta.—Mamá, estoy acabada si te niegas a ayudarme.Sabiendo que Paloma la ayudaría, Juliana puso cara de pena.Efectivamente, Paloma suspiró al ver la expresión de su hija.—¿Seguro que quieres esto?—Sí. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para casarme con Rodrigo Guzmán.En comparación con Óscar Luna, Rodrigo Guzmán era más guapo y rico. Sería una tonta si no se casara con él. Ante la determinación de Juliana, Paloma sabía qu
Al día siguiente, Sofía condujo hacia el sur para ver el terreno por el que los Cruz habían pujado con éxito.Bruno había confirmado en su investigación que no había nada malo en el terreno ni había problemas con la legalidad del proyecto, situado en un lugar estratégico. El proyecto sería lucrativo una vez que el terreno se convirtiera en un distrito comercial.Aunque Sofía había investigado los detalles de esa parcela la noche pasada y no encontró nada malo en ella, seguía sintiéndose molesta... ¿Por qué iban los Cruz a compartir con ellos un proyecto tan grandioso? Con esa pregunta en mente, llegó a la obra para comprobarlo por sí misma. Sólo entonces se sentiría segura.Aunque el proyecto aún no había empezado, había obreros entrando a la obra . Parecía que los Cruz estaban dispuestos a poner las cosas en marcha.Se preguntó si realmente no había nada sospechoso en el proyecto. ¿Realmente querían los Cruz hacer un trato con ella? Aún no podía confiar plenamente en ellos.Como la se
Sofía le siguió de cerca y preguntó: —¿Quiénes son?Qué extraño era tener trabajadores que no fueran de la construcción en una obra.—Probablemente estén con los Cruz —respondió Julio con franqueza, pues no había motivo para eludir el tema.Se quedó sorprendida, pero pronto se dio cuenta. Algo debía andar mal en la tierra si los Cruz contrataron hombres para que montaran guardia en el lugar.Sofía se dio la vuelta para volver al sitio, ansiosa por buscar respuestas a sus preguntas.Al ver eso, Julio la apartó rápidamente y frunció el ceño.—¿Qué haces?—He venido a averiguar qué le pasa a la tierra. No puedo volver a casa con las manos vacías. —No quería desperdiciar el viaje.Julio se quedó boquiabierto, pero le agarró la mano con fuerza.—¿No tienes miedo de que te pillen? ¿Ahora coqueteas con el peligro?—Conozco mis límites.Sofía creía que los hombres eran probablemente guardaespaldas con habilidades mediocres al servicio de los Cruz, y que ella podría manejarlos fácilmente.Debi
Julio se negó y se dispuso a pasar junto a Sofía para subir a su coche.Ella no se rindió. Miró a Julio y continuó:—¿Me tienes miedo?—¿Miedo de ti? —se burló Julio—. ¿Por qué iba a tener miedo de ti?—Si no tienes miedo, ¿por qué no cenas conmigo? Aunque estemos divorciados, eso no significa que tengamos que evitarnos como a la peste, ¿no?Sofía miró a Julio, intentando captar cualquier cambio inusual en su rostro estoico. Por desgracia, se mantuvo muy tranquilo y distante.—No te tengo miedo: Simplemente no me molestas. Tienes que entender la diferencia entre las dos cosas.Julio le devolvió la mirada, sintiéndose un poco molesto sin motivo.Sofía hizo un mohín y continuó: —Pues con más razón no deberías evitarme. Quieres convertirte en el heredero de los César, ¿no? Además de trabajar con los Flores, ¿no deberías plantearte colaborar con los López? Julio frunció el ceño.—¿Puedes representar a los López?Sofía asintió:—Por supuesto. Todo el mundo en el DF sabe que soy la hereder
—Entonces, ¿crees que dije a propósito que no me gustabas para protegerte? —Julio no entendía cómo se le había ocurrido a Sofía semejante idea.Sofía frunció el ceño. Había percibido el sarcasmo en las palabras de Julio, lo que demostraba que su suposición estaba muy equivocada. Respiró hondo y trató de controlar sus emociones.—No es que no hayas hecho esto antes.—Eso fue en el pasado.La expresión de Julio se volvió solemne. Se sentía avergonzado por haber hecho algo así antes. No podía imaginarse esforzándose tanto sólo para proteger a una mujer. Por otra parte, tenía problemas mentales no resueltos y no estaba en un estado mental normal en ese momento.“Lo hecho, hecho está. Que así sea”, pensó. Ahora que estaba curado, no volvería a hacer algo así.—Entonces, ¿ya no sientes nada por mí? —preguntó Sofía, esperando una respuesta diferente.Julio asintió sin dudarlo.—No.—No lo entiendo. ¿Qué te ha hecho cambiar de la noche a la mañana? —preguntó Sofía con incredulidad.¿Todo lo an
—No estás colaborando con los César; estás cooperando conmigo —Julio sentía que había una gran diferencia entre los dos. Al fin y al cabo, los César aún no le pertenecían.Sofía enarcó las cejas, sin estar sorprendida por su respuesta.—¿Crees que tienes lo que hay que tener para llegar a un acuerdo con los López?En su opinión, Julio no estaba suficientemente cualificado para negociar una colaboración con los López. Cuando se hiciera cargo de los César, sus familias podrán colaborar mejor.Al oír las palabras de Sofía, Julio no se ofendió. Sabía que aún no estaba cualificado para trabajar con la familia López, pero para cuando pudiera estar en igualdad de condiciones con ellos, tampoco tendría por qué querer relacionarse con ellos.Sofía se calló.Mirando a Julio, que estaba justo delante de ella, se preguntó de dónde había sacado su confianza.—¿Estás tan seguro de que serás tú quien se haga cargo de los César? ¿Has considerado la posibilidad de que, por muy bien que lo hagas, el cab
Después de la comida, Sofía no tenía motivos para seguir molestando a Julio, así que le sonrió y le dijo: —Ya me voy.Mientras se despedía, supo que la próxima vez que se vieran sólo serían conocidos que resultaban ser también socios colaboradores.—De acuerdo.Julio asintió, pero, por alguna razón, se sintió un poco inquieto, como si estuviera perdiendo algo.La figura de Sofía no tardó en desaparecer de la vista de Julio, y el sentimiento de pérdida se acentuó. Tuvo un fuerte impulso de ir tras ella.Desgraciadamente, el coche de Sofía no aparecía por ninguna parte, y él no tenía ni idea de adónde había ido. No entendía por qué se sentía así, sobre todo porque todo debería haber vuelto a la normalidad.Cuando sonó su teléfono y vio que era una llamada de Lucía, contestó.— ¿Dónde estás? Necesito hablar contigo de algo —Lucía le dio una dirección y él se dirigió allí enseguida. Se daba cuenta de que algo no iba bien, pero no entendía por qué.Como Lucía era psicóloga, decidió acudir