Después de la boda de María, rápidamente llegó la boda de Francisco y Valentina. No querían perder tiempo y deseaban celebrar la boda lo antes posible. A diferencia de la boda de María, donde Sofía no ayudó mucho, ya que María manejó la mayoría de las cosas, la boda de Francisco fue diferente.

Sofía, como miembro de la familia de Francisco, tuvo que encargarse de todo en la boda, incluso más ocupada que en su propia boda. Por supuesto, no fue la única ocupada; Antonio, como hermano, fue naturalmente el más ocupado.

Sin embargo, cada vez que Sofía veía a Antonio, pensaba en lo que sucedería después de la boda de Francisco. Él muy probablemente se iría a Roma para dedicarse a trabajar como hombre de la iglesia, lo que afectaba su estado de ánimo.

—¿Antonio, aún piensas lo mismo?— preguntó Sofía, tratando de sondear, sintiéndose un poco ansiosa.

Antonio estaba ocupado organizando cosas en el lugar de la boda y, al escuchar la pregunta de Sofía, asintió sin pensarlo mucho.

—Sí, después de