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Advertencia: el presente capítulo podría herir su susceptibilidad.

No me voy a quedar aquí más. ¡No eres un hombre sino un cobarde!—grité todo esto en su rostro con veneno, sus ojos se oscurecieron más ante mi declaración. Los orbes negros brillaban con tanta intensidad que sintió que sus piernas se debilitaban.

En un instante, sus dedos se envolvieron alrededor de su cuello y me estaba asfixiando. Los ojos de ella se abrieron y un jadeo salió de mi boca.Traté de quitarle la mano, pero no sirvió de nada. Se volvió difícil respirar. Mi cara se puso roja.

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