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Capítulo 4: Mucho gusto...prima.

Nadie dice nada. Todos estamos en silencio. Nadie de la familia se esperaba esto. Sabíamos que algún día tendríamos que hablar de la herencia. Pero nadie se esperaba que fuera tan pronto. Sé que la abuela ha presentado problemas de salud recientemente pero no creía que fuera nada grave. Mi abuela es fuerte, se ve fuerte. Ahora estoy preocupada, muy preocupada por ella.

¿Mi abuelita estará muriendo y yo no lo sé?¿Le pasará algo malo?

No,no,no mi abuelita es muy fuerte. Ella aún no me puede dejar sola, aún no. Ella no. Ella es la única persona en el mundo que me ama de verdad. Que me escucha. Ni tan siquiera mis padres me escuchan cómo ella. Papá siempre está trabajando y mi madre...bueno, es mi madre. Ella no hace más que estar con sus amigas, haciendo yoga, probando alguna dieta de moda,saliendo de compras. Cada vez que hablamos es para decirme que estoy gorda y para ponerme un régimen.

Estoy nerviosa, triste. Mis ojos tienen unas pocas lágrimas. Gusmán se da cuenta. Él toma mi mano por debajo de la mesa. Miro sus ojos. Él me sonríe levemente y besa mi mano. Yo le sonrío un poco y agarro su mano con mayor fuerza.

Todos los miembros de la familia están en silencio mirando a mi abuelita. Ella saca unos papeles de un portafolio. Se aclara la garganta. Lee un papel. Habla de la herencia. Cada uno de los miembros de la familia incluyendonos a nosotros, los nietos, recibirá una parte conciderable del dinero y propiedades de los de la Rosa. Es... bastante, suficiente para mantener dos generaciones mías. Incluiso Gusmán está impactado. Él sabía que tenía dinero, pero ahora que escuchó cuánto él está realmente impactado.

No olvidemos nuestras acciones en otras empresas nacionales e internacionales. Son varias. Esa era una forma inteligente de mi abuelito invertir su fortuna. Él compraba acciones de empresas que él sabía que serían un éxito rotundo antes de que el precio de esas acciones se dispararan en la bolsa. Bueno, muy inteligente. Ahora valen mucho. Sin contar el dinero que brindan esas acciones a la familia anualmente. Por último está nuestro negocio de vinos el cual fue entregado a mi padre pues ha sido el único miembro de la familia que dió el paso al frente y se hizo cargo del negocio familiar con maestría, mientras sus otros hijos hicieron su vida prácticamente fuera de España, de Barcelona. Igual, anualmente él debe entregarle a cada miembro una suma de dinero por las acciones que cada uno tendrá de la empresa. Pero él será el accionista mayor obvio.

También habla de una suma considerable para sus obras benéficas.

Ella termina de leer su testamento. Mira a todos en silencio por detrás de sus espejuelos. Se vuelve a aclarar la garganta.

—Ahora, la parte de que todos han estado esperando¿Cuáles son los requisitos para que puedan disfrutar de mi dinero luego de mi muerte?

Nadie dice nada. Todos la miran en silencio. Ella vuelve a desviar sus ojos al papel.

Uno: Mis hijos deben estar bien casados y cada uno de ellos debe tener al menos una descendencia.

Dos: Mis nietos deben terminar sus estudios con notas satisfactorias.

Tres: Cada miembro de esta familia debe ser un ejemplo para la sociedad y para el ojo público, por tanto. Se acabaron los escándalos, los excesos y vivir la vida sin control alguno.

Cuatro: La sangre de esta familia es pura, es de alcurnia y quiero que así se mantenga. Por tanto, nuestra raza caucásica pura se debe mantener, al igual que nuestra posición social. Sólo podrán contraer matrimonio con personas de su misma posición económica o...similar.

Cinco: Si alguna de las siguientes cláusulas son violadas el miembro de la familia queda automáticamente fuera del testamento. Por tanto, no recibirá ningún beneficio luego de mi muerte. En caso de que muera de manera repentina, mi abogado ya recibió todas las instrucciones pertinentes para que se mantengan mis requisitos luego de seis meses de mi muerte.

Ella mira a todos los miembros en silencio. Se quita sus gafas y deja el papel sobre la mesa. Alza una ceja blanca por sus canas.

—¿Alguna duda?

Nadie dice nada. Todos se miran entre ellos en silencio. Mi padre mira a mi abuelita en silencio muy serio.

—Bueno...con respecto al matrimonio.

Escucho a mi tía Josephine. Mi abuela la mira en silencio seria. Ella toma un trago de su vino en su copa, se aclara la garganta y mira a mi abuela.

—Ya estuve casada mamá y...tengo una descendencia.

Mi abuela ríe por lo bajo y la mira a los ojos.

-—Pues tendrás que volver a casarte Josephine, aún eres jóven y hermosa gracias a todos tus...retoques en el cirujano, así que saca provecho a todas tus operaciones de belleza en cazar un marido rico y exitoso. No cómo el imbécil jugador de tenis fracasado padre de Jonathan.

—¡Hum! Ya salió el tema de mi padre.

Escucho a mi primo Jonathan.

—¡Tú igual Jonathan!

Ahora mira a mi primo, él se sobresalta y sólo mira la mesa frente a él con el ceño fruncido.

—¡Ni te atrevas a hablar porque tú tampoco estás en mi lista de personas favoritas! Aún no olvido que chocaste mi Ford GT 40 Gulf 1968.

Escucho reír a mi prima Claudia. Ella toma un trago de su vino divertida.

—Me gustaba ese coche. Lástima que el muy imbécil de mi primito lo chocó escapando de la policía por estar en carreras ilegales.

Jonathan la mira molesto y le saca la lengua al igual que le muestra su dedo corazón. Ella hace lo mismo riendo de medio lado.

—¡Te jodes Claudia!

—¡Te jodes tú Jonathan!

—¡Basta!

Vuelvo a escuchar a mi abuelita luego de dar un golpe seco sobre la mesa. Suspira.

-—A esto es a lo que me refiero. Somos familia, pero al mismo tiempo somos sólo unos completos extraños. Ni tan siquiera nos reunimos por navidades. Ya no hacemos nada juntos. Cómo antes, cómo cuándo éramos más jóvenes.

Escucho a mi padre reír por lo bajo. Mi abuela voltea a mirarlo molesta. Mi padre está riendo mirando el suelo. Luego alza sus ojos hasta los de mi abuela. Sus manos están entrelazadas sobre el posabrazos de su silla de madera preciosa importada.

—Mamá...sabes que esta familia es...un desastre. A mis hermanos les cuesta madurar...les cuesta entender sus responsabilidades y deberes cómo unos de la Rosa que es lo que son. Y no hablemos de tus nietos. Por suerte mi hija es la excepción.

Ahora mi madre es la que ríe. Mira a mi padre, él igual la mira pero molesto.

—Mario... No te hagas el miembro de esta familia ejemplar, cuándo tú eres el primero que no pasa ni un instante en esta maldita casa porque te la pasas de reuniones en reuniones o de viaje y nos dejas solas a tu madre, a tu hija y...a mí.

Él sonríe dejando ver su dentadura. Muerde su labio inferior.

—Bueno Lara, eso no te molestaba cuando nos conocimos. Cuando te saqué de ese mundo de m****a en el que por poco eres drogadicta por ser una modelo frustrada sin más aspiraciones en la vida que sólo ser una cara bonita.

Mi madre tiene lágrimas en sus ojos. Da un golpe en la mesa y tira su servilleta. Se levanta de su silla y mira a todos los presentes. Veo lágrimas correr por sus mejillas. Traga en seco mirando hacia el frente.

—Bueno familia. Sigan ustedes con su tan espléndida velada yo...no tengo hambre.

Mi padre vuelve a reír. Mira los ojos de mi madre con lágrimas en los de ella.

—Nunca tienes hambre Lara. Algún día vas a desaparecer.

Ella lo mira molesta y se pierde del comedor hasta las habitaciones del segundo piso. Nadie dice nada. Odio cuando mi padre trata mal a mi mamá. No sé porqué se casaron cuando es evidente que...que no se aman. Bajo mi mirada. Gusmán toma mi mano y me mira triste igual, yo sonrío un poco. Él besa el dorso de mi mano.

Gracias a Dios y tengo a Gusmán junto mí. Lo amo, con todo, todo mi corazón. Mi padre se aclara la garganta. Mira a mi abuelita una vez más.

—Cómo decía mamá. Por mi parte no tengo ningún problema con tu testamento, estoy completamente de acuerdo contigo. Ya va siendo hora que los miembros de esta familia aprecien su apellido y no lo tiren por tierra cómo han estado haciendolo todos estos años. 

Claudia vuelve a reír. Mira a mi padre.

—Tío... tú siempre tan...correcto. El hombre perfecto, intachable. El miembro ejemplar, bueno, tú y Luna claro.

Ella me mira en silencio sonriendo de medio lado. Yo no digo nada, sólo la miro en silencio.

Mi padre suspira.

—Claudia¿Qué quieres? Mientras algunos se la pasan viajando o... emborrachándose para buscar inspiración sin olvidar claro a otros que se la pasan detrás de especies asquerosas que al final desaparecerán por el calentamiento global alguien debe estar aquí, cuidando nuestros intereses¿No?

Claudia lo mira en silencio. Toma sólo un trago de su copa. Escucho reír a mi tío Duarte.

—A...Mario. Tú siempre igual, siempre reprochandonos porque Josephine y yo hicimos lo que tú no tuviste el valor de hacer.

Mi padre está muy molesto. Mira a mi tío Duarte en silencio. Mi tío ríe.

—Si Mario no me mires así. Yo y Josephine tuvimos el valor de salir debajo de las faldas de mami y buscar nuestro camino, de...luchar por...lo que queríamos de verdad.

Josephine ríe.

—Salud por eso Duarte.

Veo que mi tía alza su copa en dirección a mi tío y se da un trago. Mi padre da un golpe en la mesa y se levanta abruptamente de ella. Mi vino cae en mi vestido blanco debido a esto. Mancha la falda de mi vestido.

¡Mierda!

Mi padre tiene una revista de chismes en las manos. Jamás la había visto antes. Debe ser de otro país. Se acerca a la silla de mi tío Duarte y tira la revista abierta en una página sobre el plato de mi tío.

—¿Lo dices por ella?¿No? Dime Duarte ¿Qué significa todo esto? Explícame Duarte.

Mi tío sólo bebe de su vino en silencio sin mirar a mi padre. Él está muy molesto. Jamás lo ví así, jamás en mi vida lo ví en ese estado. Siento mis piernas mojadas. Así que me levanto de la mesa y salgo por el pasillo. Subo a mi habitación y me cambio de ropa. Estoy indecisa, busco varios vestidos,pero ninguno me convence. Al final, me pongo un vestido más corto blanco igual de tirantes y suelto. Me vuelvo a acomodar mi maquillaje. Escucho unas voces que provienen de la planta baja. Por lo visto, ya mi familia comenzó una vez más a discutir. Salgo hacia el comedor. Veo en la parte de afuera de la casa un Lamborghini blanco. Igual al de Vincent. Camino por el pasillo para llegar al comedor.

Siento tensión en el ambiente. Mi padre está una vez más sentado en su puesto en la mesa pero mira fijamente hacia una dirección. Yo miro hacia dónde está mirando mi padre.

No respiro bien. Mi cuerpo está dormido. No siento mis piernas. Mis manos sudan. Mi cabeza me da vueltas.

Él está sentado en la mesa junto a su madre Freida Calla, la cual es muy hermosa por cierto. Ella está al lado de mi tío Duarte y... él está sentado entre mi abuela y mi tío. Mi abuela acaricia su mano y la otra está en su rostro. Él le sonríe y besa el dorso de su mano.

No ,no ,no entiendo nada¿Qué carajos está pasando aquí?¿Qué hace él aquí?

Él repara en mi presencia. Me mira en silencio sonriendo de medio lado. Yo no puedo apartar mis ojos de los suyos. Tiemblo. Todo mi cuerpo tiembla.

Gusmán a mi lado está sonriendo igual. Todos estamos en silencio. Miro a todos los presentes. Nadie dice nada. Sólo miran en silencio la escena.

Aclaro mi garganta.

—¿Qué?¿Qué está pasando?

Mi padre, mi abuelita, todos me miran. Incluiso Freida.

Mi abuela sonríe mirando mis ojos.

—¡A Vincent!Faltaba un miembro de la familia por ser presentada. Ella es Luna, mi nieta más chiquita. La estrella de la familia. Mi niña hermosa. La única que no me da dolores de cabeza.

Él sonríe dejando ver su perfecta dentadura mirando mis ojos. Se levanta de su silla y viene a mi encuentro. Se arrodilla frente a mí y toma mi mano derecha. Deposita un casto beso en ella y me mira sin perder su sonrisa.

—Mucho gusto...prima.

¿Qué? 

Abro mis ojos cómo platos. Mi boca cae al piso. Respiro con dificultad. Miro a mi abuelita con mis ojos cristalinos. Él aún sostiene mi mano sonriendo. Mi abuela me sonríe.

—Si Luna. Él es hijo de tu tío Duarte y... Freida Calla.

Salgo corriendo del comedor dejando a todos los presentes confundidos, llego al baño de mi habitación y dejo salir toda la cena en el inodoro. Siento mis lágrimas correr por mis mejillas. Estoy en el suelo de mi baño. Mis rodillas pegadas a mi pecho. Lloro así, en silencio con mi mirada perdida.

¿Qué hice mi Dios?¿Qué hice? ¿Qué cojones hice en Ibiza?

A sí, ya recordé. Cometí el único error de mi vida. Cometí el peor error de mi vida.

Y él... es el resultado. Él es...mi castigo.


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