HENRY Y JULIA 

HENRY: —¡Ya basta!, ¡basta de hablar de mi Madre, que fue una santa, de mi mujer a la que quisiste apartar de mí de la peor manera, de mi familia!—, le dije lleno de ira y dolor—, siempre has hablado de debilidad, de que no hay que tener una, pero tú eres y has sido la persona más débil que he conocido, por qué siempre te has valido de tu poder para hacer daño a las demás personas—, le grité acercándome un poco más a él, se bien que tiene sus mañas para actuar, recordé aquella tarde en qué se hizo a un lado para robarme el arma con la que mató a mi madre—, ¡jalen bien sus brazos y piernas que  sienta lo que es el verdadero dolor, el dolor que se siente al estar colgando y sin poder moverse!—, le pedí a los hombres que se encontraban cerca, sonreí al ver la cara de confusión que hizo, no soy amante a la violencia, pero en algo  tiene de razón ese miserable, y es que llevo su sangre, ¡la sangre Macgregor, la mala sangre que muchas veces qu