Melina se despierta una vez más por el sonido de los gritos. Se pregunta de dónde viene y por qué alguien está gritando tan fuerte. Melina mira su cuerpo y ve que la cama en la que está acostada está manchada con su sangre. Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar a su bebé. James debe haberla traído aquí y la vistió. Melina levanta su vestido para revelar vendajes que cubren sus costillas. “No, ¿por qué se trataron mis heridas? No quiero vivir; Quiero morir para que este dolor y sufrimiento pueda terminar.”
Melina hace una pausa en sus acciones mientras mueve su mano para arrancarse los vendajes. Sus ojos se abren cuando se da cuenta de lo que estaba causando los gritos que había escuchado. Melina corre hacia Franky mientras la arrojan a la habitación en el piso cerca de la puerta, a pesa
—No habrá preguntas—. El hombre se acerca a Melina y la agarra del brazo. Sus uñas se clavan en su piel mientras la arrastra fuera de la habitación y por el pasillo.Continúan por el pasillo y suben las escaleras hacia una hermosa casa. Las paredes son blancas con impresionantes diseños dorados. El piso de mármol blanco está diseñado con una hermosa flor en el centro del vestíbulo sobre un hermoso candelabro. Tenía que ser el sótano del que acababan de salir. Pasan por delante de una escalera de doble sentido con un hermoso pasamanos negro y manija dorada. Se detienen frente a una puerta mientras caminan hacia la izquierda. James está de pie justo en frente de él.
MELINAMelina mira por la pequeña ventana de la habitación donde estaban ella y Franky. No pueden escapar porque las ventanas tienen rejas. Melina ha pasado las últimas dos semanas tratando de averiguar cómo sacarlos de aquí. Franky se encuentra actualmente en coma y los médicos no están seguros de cuándo se despertará. Melina pasa la mayor parte de sus días contándole a Franky sobre la increíble vida que tendrán una vez que descubra la manera de sacarlos.Melina no ha visto a Rafael ni a James en las últimas dos semanas. Ella está contenta con esto. Ambos la asustan, y verlos solo podría significar que algo terrible le sucedería. Las ganas de morir de Melina se han desvanecido. Melina consideró abandonar a Franky, pero des
Melina no puede creer que esté aquí. Ella nunca esperó que él apareciera. ¿Por qué vino? Melina se pellizca para asegurarse de que no está soñando. No se sorprendería si estuviera alucinando en este momento. Melina ha oído que ves a la persona que más amas en el mundo antes de morir.—Soy real, principessa—dice, colocando su mano sobre la de ella. Melina siente el calor de su mano penetrar en la de ella, y rápidamente aparta su mano de la de él, como si el calor la hubiera quemado.“Thomas está aquí, Dios mío, Thomas está aquí. Debe estar furioso conmigo por huir”. Melina mira a su alrededor con mie
—Por favor, di algo—dice Thomas.—¿Estás enfermo?—Melina le pone la mano en la frente para comprobar su temperatura.—No estoy enfermo, mi amore—dice mientras quita suavemente su mano de su frente.—Definitivamente estás enferma. Acabas de referirte a mí como si fuese tu amor.— —Adelante—le dice Melina a la persona que llama a la puerta. No se molestó en preguntar quién era porque esperaba a Kat. Esta noche es la gala. Melina casi ha terminado de prepararse. Lleva un vestido transparente de tul bordado con un hombro asimétrico. Aplicó un maquillaje suave y Serena la ayudó a peinarse.—Dame un minuto, ya casi termino—dice Melina, poniéndose los zapatos. No quería ponérselos hasta que fuera hora de irse.—Sicuro—. “Claro”. Una voz masculina dice desde fuera del vestidor. Las cejas de Melina se fruncen cuando se da cuenta de que no es Kat a quien ha dejado entrar en su habitación. Ella sale para averiguar quién es.Su aliento queda atrapado en su garganta cuando ve a Thomas. Él está de pie en medio de su habitación, luciendo elegante como siempre. Está vestido con un esmoquin azul oscuro. Su esmoquin está perfectamente confeccionado y le queda perfecto. Su cabello está gelificado hacia atrás, lo que le da un aspecto más serio, pero aún se ve tan guapo como siemCAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
Melina agradece a Thomas por acompañarla a su habitación antes de entrar. Ella anticipa que él caminará hacia su habitación, pero en cambio, él la sigue adentro. Thomas toma su mano entre las suyas y los lleva a la cama. Hace que Melina se siente y se inclina frente a ella. Él toma su pie derecho en su mano.—¿Qué estás haciendo?—Melina pregunta, desconcertada mientras lo mira sosteniendo su pie en su mano.—¿Cómo te sientes?—pregunta, quitándole el talón.—Estoy bien. No tienes que hacer eso—. Melina intenta sacar su pie derecho de su agarre, pero él la sujeta con fuerza. Probablemente se esté preguntando si ella se siente mejor después de su pequeña crisis de esta noche. Él masajea su pie suavemente y luego lo suelta después de besar su tobillo.—Eso es bueno escuchar—. Thomas dice mientras levanta su pie izquierdo y le quita el talón. Masajea ambos pies mientras descansan en el suelo.Melina lo mira, preguntándose si es el mismo Thomas de hace unos meses. No puede creer que el mism
Melina se despierta a la mañana siguiente cuando el costado de su cama se hace más profundo. Se frota los ojos para abrirlos, preguntándose quién se sentó en su cama.—Buenos días—dice Franky, con una bandeja de desayuno en la mano.—¡Franky!—exclama Melina, sentándose en la cama—. ¿Qué estás haciendo aquí?—Te traje el desayuno—dice Franky, colocando la bandeja frente a Melina.—¿Por qué?—Melina pregunta, confundida.—Porque quería hacer algo lindo por ti—responde Franky, sonriendo. Melina encuentra su sonrisa un poco tímida. Ella huele otra razón por la que Franky le llevó el desayuno a la cama.—No me lo trago—dice Melina, entornando los ojos hacia Franky. Se pregunta por qué Franky realmente le llevó el desayuno a la cama. Sí, Franky es una hermana increíble, pero no es del tipo que te lleva el desayuno a la cama. Por un lado, Franky no sabe cocinar y no es su estilo.—Es la verdad—dice Franky, evitando el contacto visual con Melina.—Dilo.—No hay nada que contar—murmura Franky,
—Tal vez la señorita Melina se siente avergonzada de que la vean desnuda frente a usted después de tanto tiempo—. Esta es la décima razón que se le ocurrió a Leo en la última hora.Thomas acaba de contarle a Leo lo que pasó anoche. No quería decírselo, pero sentía que si quería la ayuda de Leo para descubrir qué salió mal, necesitaba saber qué había sucedido.—Eso es imposible. He visto, besado y adorado cada centímetro de su cuerpo. Esa es la razón más ilógica que se te ha ocurrido.—Lo sé, pero….—¿Pero qué?—Thomas ladra, irritado.—Por favor, no me mate por lo que voy a decir, señor.—Habla.—La señorita Melina puede ser una mujer hermosa, pero ha sido severamente torturada. Estoy seguro de que su cuerpo está cubierto de nuevas cicatrices, y alguien como ella se avergonzaría de mostrar su cuerpo a alguien.—Hmm—Thomas apoya la barbilla en su puño y reflexiona sobre las palabras de Leo.—Dijiste que de repente se cambió en el segundo en que se quitó la ropa, ¿verdad?—Sí.—No hay ot