Capítulo 40
Laika

Sigo viéndome corriendo por un valle, perseguida por algo que no podía ver. Solo oía gruñidos y gruñidos detrás de mí, pero no había nada cuando miré. Tenía dos lanzas clavadas en la espalda, y el dolor que me producían era insoportable. Vi cadáveres esparcidos por los alrededores, esqueletos y calaveras. Necesitaba salir de aquel valle porque lo que me perseguía era la causa de estas muertes, pero el valle parecía no tener fin.

No supe cuántos días corrí por aquel valle, pero la noche y el día se encontraron allí conmigo y por la noche sentí que un calor me abrazaba. Era tan reconfortante que sentía que otra presencia estaba allí conmigo. Así sucedió durante muchos días, hasta que empecé a oír voces débiles y a percibir olores. Olores dulces y tentadores que había percibido desde algún lugar.

A medida que pasaban los días, me sentía cada vez más vivo. La vida se iba filtrando en mí poco a poco y pronto pude reconocer voces a mi alrededor y olores. Percibía a Sekani; per
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