EL CRIMEN

El día del asesinato Carmen María no había estado en casa de los Hoffman, ella evitaba al máximo asistir a lugares donde sabia podría

encontrarse a Martin su ex esposo, el divorcio ya se había consumado por las razones que ya todos conocían mucho antes de que sucediera. En primer lugar las constantes infidelidades de Martin, tenía romances por todos lados y las peleas se hicieron cada vez más intensas motivadas a los celos justificados de Carmen Maria, aunque Martin siempre negaba los hechos lo que empeoraba las cosas ya que Carmen Maria, en sus arrebatos de ira, se ponía muy violenta e intentaba agredir a Martin hasta que finalmente se separaron y luego se divorciaron.  Ella tenía una coartada perfecta esa noche que fue debidamente corroborada por la policía, estuvo aproximadamente hasta las tres de la madrugada cantando en un night club llamado ¨La Boheme¨, donde solía acudir cuando quería ir a divertirse, un compañero la llevó a la casa de su mamá porque no podía conducir, ya que estaba muy pasada de copas, y según los investigadores el crimen ocurrió siendo la media noche, no obstante tuvo que acudir más de tres veces a la policía a declarar, esos interrogatorios eran muy intimidantes, casi que la hacían confesar que ella había cometido ese crimen, o al menos tenía conocimiento de quien lo había hecho.  Generalmente salía de la sede policial con fuertes dolores de cabeza y sollozando fuertemente.  Carmen María quedó muy afligida al enterarse del fatal suceso, de hecho no asistió al acto fúnebre y tuvo que ser medicada por su compañera de la secundaria, Esther del Rincón, quien era psicólogo y médico psiquiatra  los meses sucesivos estuvo muy deprimida, y para olvidar y apartarse de todo lo  que  le  recordaba  a Erika y se fue a vivir a Francia.  Sus encantos la llevaron a tener un par de romances, por demás intensos y llenos de celos como era su muy característico estilo, aprendió a hablar francés, y conoció algunos países del viejo continente.  El pequeño Carlos Enrique, estaba bajo la custodia de Martin desde hacía ya algún tiempo, por lo que esa situación no representó, en lo que se refiere a lo emocional, ningún impedimento para marcharse. Posteriormente, años más tarde, al ser consultada en tal sentido, no sin antes irritarse, que era otra de sus características facetas, Carmen Maria alegaría orgullosa haber sido una buena madre.

En la casa de los Hoffman, vivían además de ellos, una pareja de aproximadamente 50 años, Emilio y Encarnación, que se ocupaban de las labores de la servidumbre, tenían su cabaña a unos 50 metros del chalet, se encargaban de cuidar el jardín, los perros, el garaje, el cultivo de frutas que tenían los dueños de casa, también cocinaban, y ahí había un hecho curioso, agradable y un tanto gracioso para muchos, en la mesa el que atendía a los Hoffman era Don Emilio, y para hacerlo debía colocarse su esmoquin, con su respectivo corbatín y guantes blancos, obvio que era algo muy europeo que hacia lucir a los Señores un tanto arrogantes y mostrando un presunto abolengo que no poseían.  Johannes había sido el de la idea seguramente, toda vez que Erika no sentía la misma pasión que su refinado esposo por este peculiar suceso, no cabe duda que en el fondo de su corazón rechazaba este estilo de vida al cual ella no pertenecía, y su humildad salía a flote a su máxima expresión debido a la entrañable amistad que había desarrollado con Carmen María.  Era una mujer del pueblo, no obstante poseer una elegancia exquisita, Carmen Maria se auto consideraba auténtica y de una sola cara, y logró convencer a Erika que así debía concebir la vida, es decir, con autenticidad y mucha humildad.

El Chalet lo habían adquirido de un paisano suyo, ellos habían escuchado que había un asentamiento de migrantes alemanes en la Colonia Tovar, el cual había sido fundado por paisanos suyos en el siglo pasado y constantemente se trasladaban los fines de semana al lugar buscando una propiedad para adquirir y aprovechaban también para degustar de comida típica alemana, fue así como finalmente encontraron ese chalet en venta y decidieron comprarlo, siempre estaban ahí los fines de semana, era un lugar en el que les encantaba estar para disfrutar de la naturaleza y descansar.

Además de Emilio y Encarnación, en la reunión se encontraban presentes Martin y Carlos Enrique, el Padre Puccini, Paolo y su esposa Antonella, quienes no habían visto a Erika desde el día que llegaron a Maracay, la pareja integrada por Carmen y Vicente Rondón, ella era Médico Cirujano y se desempeñaba como tal en el Hospital Central de Maracay, su esposo era Mecánico tenía un taller de autos y en su juventud fue carnicero ya que trabajaba en la carnicería de su papá desde su adolescencia y era un experto en el manejo de los cuchillos, además estaban dos compañeros de trabajo de Martin y Johannes; Luis Esteban y José Manuel, ambos ingenieros. A Carmen Rondón siempre que tenía oportunidad le gustaba asistir a reuniones en las cuales supiera que Johannes estaría presente, ya que ella se sentía tan atraída por él que en oportunidades su esposo Vicente entro en crisis de celos.  En una oportunidad Martin, quien se dio cuenta, lo apartó del grupo sin que nadie lo notara y le dijo, quédate quieto hombre, es que Carmen se descontrola cuando ve a ese tipo, refiriéndose a Johannes, no vale, sólo que le cae bien, te cuento que una vez yo estaba con ellos y ella se sentía atraída porque él le dijo que en sus ratos libres se dedicaba a pintar y en ese momento Vicente un tanto enfadado, le dijo a Martin, tu crees que yo soy estúpido, no he dicho eso, sólo que tal vez a ella también le guste la pintura y tu no lo sabes.

Quien pudo imaginar que ni siquiera habiendo transcurrido un mes de la celebración del cumpleaños de Erika en aquella maravillosa fiesta, el destino le arrebataría la vida de manera tan vil.

La mañana o la madrugada del 02 de noviembre de 1958 fue una fecha fatídica para la familia Hoffman y todo su entorno de amigos, e inclusive para el pequeño pueblo de la Colonia Tovar donde jamás había ocurrido un hecho igual.

La Señora Encarnación se levantó ese domingo como de costumbre y luego de tomar café en su casa se dirigió a la casa grande como ellos la llamaban, al entrar por la puerta lateral de la cocina que conducía a la pequeña casa de la servidumbre vio a la Señora Erika con la cabeza recostada sobre la mesa, Erika estaba con la cara hacia el lado contrario de Encarnación, es decir sus ojos estaban mirando hacia el otro lado, la casa estaba un poco oscura pero entraba un pequeño reflejo de luz, no se podía notar bien a la señora, por lo que Encarnación empezó a llamarla diciéndole, doña… doña… doña… pero la señora Hoffman jamás le contesto.  Fue entonces cuando Encarnación pensó que estaba dormida, tal vez había amanecido allí después de la reunión, pero para percatarse encendió la luz y al notar la sangre sobre el piso comenzó a gritar llamando a su esposo Emilio.  Encarnación quedó estática… gritaba y no se movía, Emilio llegó enseguida y la sacó de la casa, trató de calmarla y sintió que una persona al mismo instante entraba a la cocina, al devolverse y entrar encontró a Johannes parado frente a Erika quien estaba muerta y en ese preciso momento empezó a agarrarse la cabeza y no paró de llorar durante un rato.  Encarnación trato de consolarlo pero no encontró el valor suficiente para acercarse al Patrón, Johannes intentó calmarse, se sentó, Encarnación le trajo un poco de café, pero ninguno de los dos reaccionaba.  Por su parte Encarnación no volvió a entrar a la casa ese día, luego de haber transcurrido una hora fue que Johannes entró en cuenta de lo que había ocurrido y dijo en voz tenue… ¨hay que avisar a la policía¨, le dijo a Emilio que le buscara la llave de su carro se puso un sweater, encendió el carro y se fue.

Erika quedó sola en la cocina ya que Emilio y encarnación se fueron a su casa llenos de un miedo escalofriante, lo primero que pensó Johannes fue ir al pueblo como efectivamente lo hizo a buscar al Padre Puccini quien se estaba preparando para dar la primera misa dominical, el cura aun cuando se impactó con lo ocurrido lo sentó en la sacristía y llamó a uno de los monaguillos y le ordenó acompañar a Johannes hasta la policía, el Padre Puccini durante la guerra se había topado innumerables veces con la muerte, pero ésta en lo particular lo afectó tanto que nada mas haber terminado la misa se fue a rezar a su cuarto a solas, recordó tristemente que hacía apenas unas horas él había estado en la casa de los Hoffman compartiendo con Erika, el padre estaba en estado de schock y lo ocurrido le había generado mucha tristeza, los monaguillos suspendieron el resto de las misas de ese día.

Al llegar Johannes a la policía tan solo había un agente, tomó los datos personales de Johannes y le dijo, no toque nada y espere que lleguen, Johannes no presto mucha atención, encendió el carro y se fue, el padre Puccini le había dicho que en lo que pudiera llegaría hasta su casa.

Esa noche, la noche del crimen estaban compartiendo en la casa de los Hoffman una parrillada que el carismático Martin había organizado, se encontraba el sacerdote del pueblo, el Padre Federico Puccini quien había llegado a Venezuela en el año 1947, y a quien el Obispo había encomendado casi desde su llegada la misión de ser el Párroco y evangelizador de la Colonia Tovar, se creía que desde el día que llego nunca había salido del pueblo, su amistad con los Hoffman quienes tenían fama de pocos amigos, era realmente  estrecha,  tan era así, que cuando ocasionalmente iban a la misa los domingos se quedaban almorzando en la casa parroquial y se retiraban casi llegada la noche.  El padre Puccini hablaba perfectamente el Alemán y tocaba muy bien el violín y solía interpretar algunas piezas de corte clásico a la perfección, comentaba que la única manera de dominar un instrumento era no abandonarlo nunca.  Contaba que en su travesía cuando cruzó el atlántico para llegar a Venezuela, solía tocar su instrumento para los presentes y estos lo honraban regalándole diariamente algo de dinero, aprovechaba la cita nocturna para evangelizar y confesar a uno que otro interesado.

La Colonia Tovar, es un pequeño pueblo ubicado a unos 45 Kilómetros de Caracas, en el Estado Aragua, Venezuela, cuya fundación se remonta a 1840, cuando el entonces Presidente de Venezuela, General José Antonio Páez, solicitó a su ministro del interior Coronel Agustín Codazzi, un militar de origen italiano que  era Geógrafo y que llegó a Venezuela atraído por la Independencia, ubicara terrenos donde se pudiesen asentar los inmigrantes; el objetivo era desarrollar la agricultura y la minería, Codazzi negoció con Manuel Felipe de Tovar para que donara unas tierras, de ahí proviene su nombre, es decir del apellido de quien era dueño de las tierras. Luego gestionaron traer un grupo de aproximadamente 380 alemanes, comprendidos entre mujeres y hombres, provenientes de Kaiserstuhl suroeste de Alemania.  Los migrantes partieron de Baden a Francia, así luego llegaron a Havre caminando, desde donde partieron a Suramérica.  Al llegar al Puerto de La Guaira, el 4 de Marzo de 1843, no pudieron desembarcar por un brote de viruela, fue así como el barco siguió a Choroní un pequeño pueblo costero en Venezuela, donde desembarcaron después de cumplir una cuarentena. Finalmente una caminata los llevo por otras ciudades y pueblos, hasta llegar al lugar donde fundaron la Colonia Tovar, en este asentamiento Alemán existe un hotel emblemático que lleva por nombre Selva Negra, fundado por la familia Breidenbach.

Carlos Enrique tenía 8 años la noche del fatídico suceso, había perdido la audición y no hablaba, como consecuencia de haber padecido meningitis, cuando apenas contaba con año y medio de existencia, razón por la cual la policía nunca se fijó en él desde ningún punto de vista, tal vez si su situación no fuera esa, con seguridad lo hubiesen interrogado.

Realmente la situación de su pequeño hijo fue una tragedia difícil de superar para sus padres. Martin, quien al haber obtenido la guardia y custodia del niño sin mayor esfuerzo, ya que Carmen Maria le cedió todos sus derechos, fue quien tuvo que cargar siempre con el cuidado de su educación, esta no era una tarea sencilla si tomamos en cuenta la condición de salud del niño. Su amistad con los Hoffman quienes ya se sabia no eran muy amigables, era realmente excelente.

Se encontraban también el jefe de Johannes, el Ingeniero Stuart y su bella esposa, quien era amante de las parrillas, habían sido invitados por los Hoffman no solo a la parrilla, sino además a conocer la Colonia Tovar y sus alrededores, 2 parejas de paisanos alemanes, residentes de la comunidad, y el hijo de una de las parejas.

El día 02 de noviembre de 1958, siendo las 9:30 de la mañana aproximadamente llego a la casa de los Hoffman una patrulla con una comisión del CUERPO TECNICO DE POLICIA JUDICIAL,         (CTPJ), en sus siglas, encabezada por el Inspector Carlos Adolfo Renault, un experto en dactiloscopia de apellido Benítez y un agente de nombre Margarito Villamizar quién tenía apenas 3 meses en la institución, al inspector Renault le llamaban cadáver, este remoquete le venía de su frialdad a la hora de levantar la escena de un crimen, tenía mucha experiencia y había estado más de 30 años en la actividad policiaca, habiendo participado en más de 100 investigaciones  de  homicidio.   Era  frio  y  no  reía  casi  nunca, los dedos índice y medio de la mano derecha los tenia amarillos seguramente por el exceso de nicotina, se fumaba un par de cajas de cigarrillos cada día, era muy flaco y su delgada cara, era cierto tenía aspecto de un cadáver, al llegar fue directo a la cocina lugar donde yacía el cadáver de Erika Hoffman, al tiempo que le decía en tono enfático y con rostro de pocos amigos al agente, Margarito, interrógalos a todos uno por uno y toma nota, tu Benítez ocúpate de buscar huellas, pero de repente le pego un grito y dijo: Ven acá Margarito primero toma las fotos y luego interroga, Margarito entró a la cocina pero por su poca experiencia tenía miedo, y pretendía tomar las fotos de una distancia no adecuada, y otra vez el Inspector Renault levanto la voz y le dijo, mira muchacho pendejo, deja el miedo y acércate a la muerta como si la fueras a besar o a abrazar, la imagen tiene que ser clara y precisa, aprende tu no ves que después que nos llevemos al muerto no podemos tomar las fotos otra vez, o es que acaso tú crees que si algo sale mal vamos a regresar con la muerta y le vamos a decir, ¨colócate como estabas cuando te mataron que te vamos a tomar las fotos otra vez¨.

Escuchado esto, Margarito entró en pánico y Renault le dijo, tu como que no sirves para esta vaina, Benítez agarra la cámara y toma las fotos tu dijo mientras se acercaba al cuello de la víctima y exclamo, ¡¨verga fue un corte casi perfecto¨!, quién hizo esta vaina sabía lo que hacía y comenzó a girar en círculo en torno al cadáver y observó una y otra vez, al tiempo que gritó, Benítez agarra la cámara coño, antes que  este  pendejo  se  haga cacas y la muerta se nos arreche, pero en ese instante Margarito exclamo, ¡no  inspector! tranquilo yo lo hago.  Renault lo miro de pies a cabezas y sin dirigirle palabra alguna se apartó a fin de que Margarito realizara su trabajo, ya más calmado el inspector comenzó a guiar al aprendiz Margarito y le fue indicando como tomar las fotos de la manera más adecuada, para que captara fielmente la escena del crimen sin obviar detalle alguno.

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