BRENT DEGUSTAba una Rondelle en salsa blanca con vino tinto, acompañada de una pelirroja que todo el mundo daría la vida por cinco minutos con ella.

Kennedy estaba sentado discretamente en una mesa en la esquina izquierda del restaurante. Mientras comía, leí un libro de historia en hebreo.

Brent llamó al camarero y le dijo:

— Por favor, hable con el niño de la mesa 12 e invítelo a sentarse conmigo y con mi invitado.

— Sí señor.

Brent vio al camarero hablando con su hijo, y la sonrisa del niño fue la señal de que su estratagema había funcionado.

Kennedy aceptó la invitación y miró a su padre desde lejos por un momento y luego se dirigió a la mesa donde estaba.

— Por favor, señor Cornweel, siéntese y coma con nosotros.

— Disculpe la pregunta, Sr. Nielsen, pero ¿por qué me llamó