Capítulo830
Arriba. Alejandro estaba parado en la habitación de los niños, frunciendo el ceño mientras miraba a sus dos hijos con ojeras.

—No quiero escuchar excusas, solo quiero saber, ¿qué fue lo que los mantuvo despiertos toda la noche?— Alejandro hablaba con seriedad.

Nicolás hizo una mueca.

—¿Puedo negarme a responder cualquier pregunta?

Leo le dio una palmada en el hombro a Nicolás.

—Déjalo, hay que hablar de esto tarde o temprano.

Nicolás miró a Leo y dijo:

—Si quieres decirlo, dilo tú. Yo no quiero hablar.

Leo asintió, a punto de explicar, pero Alejandro lo interrumpió:

—Leo, no necesitas decir nada, deja que Nicolás me lo diga.

—¿Por qué debería decírtelo?— Nicolás no estaba de acuerdo. —No tienes autoridad sobre mí para exigirme nada. No pienses que porque estás con mi mamá puedes meter tu nariz en mis asuntos.

Alejandro lo miró con frialdad.

¡Este chico tiene una gran rebeldía en el cuerpo!

Alejandro sonrió fríamente.

—Eres mi hijo, ¿por qué no tengo derecho como padre a cuidarte?

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