Capítulo759
Viendo a su hija perder nuevamente su sonrisa, Damián sintió cierta melancolía en su corazón.

De repente, Liliana, sentada frente a Ximena, dijo:

—Mamá, ¿puedo sentarme con Luciana? Hay un asiento vacío allí.

Ximena sonrió,

—Si quieres ir, ve y habla con Luciana.

—Mamá, mejor no— Nicolás miró a Liliana con interés, —Si Liliana no va, Luciana podrá comer sin problemas. Pero si Liliana va, su saliva podría terminar en el plato de alguien más.

—¡Ah!— Liliana gritó hacia Nicolás, —¡Estoy harta de ti, hermano!

Con eso dicho, tomó sus utensilios y fue a sentarse al lado de Luciana.

Una vez sentada, Liliana cubrió su boca y le dijo a Luciana:

—Liliana no babea, Luciana, ¿puedo sentarme contigo?

Luciana miró a Liliana por un momento y luego le tomó la mano que cubría su boca, diciendo: —Está bien, no me importa.

Liliana se puso contenta y movió sus pies, luego miró a Nicolás y resopló fuerte.

Después de la cena, Damián se preparó para irse con Luciana.

Ximena los acompañó hasta la puerta de
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