Capítulo724
Treinta minutos después, el coche se detuvo frente a un elegante restaurante japonés.

Al bajar del auto, el guardaespaldas llevó a Ximena adentro y subieron al segundo piso.

Al llegar a la puerta del privado, el guardaespaldas se detuvo y dijo a Ximena:

—Señorita Pérez, el señor Pereyra está adentro. Me retiraré ahora.

Ximena le respondió con una leve sonrisa,

—Está bien, gracias.

El guardaespaldas se retiró, y un camarero sonrió a Ximena, diciendo:

—Señora, permítame abrir la puerta para usted.

Ximena asintió y el camarero abrió la puerta de inmediato.

Dentro, Ximena vio a dos personas sentadas.

El hombre era muy apuesto y emanaba una sensación de tranquilidad en todo su ser.

A su lado, había una niña tranquila y delicada, con rasgos faciales muy finos. Llevaba un vestido claro y un chal rosa pálido, con el pelo negro cayendo en cascada sobre sus hombros, y sus ojos eran tan claros como un lago sereno.

Aunque la niña parecía tener la misma edad que sus tres hijos en casa, Ximena si
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