Simona vio que ambos subían y dijo:

—Me voy primero, tengo algo que hacer esta tarde.

Ximena asintió,

—Está bien, no te acompañaré hasta abajo.

—Que te vaya bien. —Samuel dijo con voz suave.

Simona les hizo un gesto con la mano y salió de la habitación.

Después de que Simona se fue, Samuel tomó la temperatura de Liliana. Al ver que aún mostraba cerca de cuarenta grados, Samuel frunció el ceño y dijo:

—Le voy a poner una inyección para bajar la fiebre.

Después de la inyección, Ximena preguntó a Samuel:

—¿Cuánto tiempo tomará para que la fiebre baje?

—Si no hay inflamación en su cuerpo, la fiebre debería bajar muy pronto.— Samuel consoló.

Ximena asintió y, después de que Samuel empacó sus cosas, ambos se sentaron en el sofá cercano.

Samuel miró a Ximena con tono suave,

—¿No es hora de que me cuentes qué pasó?

Ximena tomó un sorbo del jugo frente a ella y luego le contó a Samuel la información que había obtenido de Simona.

Las cejas de Samuel se apretaron gradualmente y miró preocupad