Capítulo362
Ximena se levantó rápidamente para alcanzar a Renata, pero el personal la detuvo y la advirtió: —Señora, ¡no se arriesgue! ¡Es muy peligroso!

Al no poder pasar, Ximena gritó en la dirección de Renata:

—¡Renata, no abras la puerta, quédate ahí y no te muevas!

Renata asintió hacia Ximena para indicar que entendía. Ximena observó intensamente la cabina en la que estaba sentada Renata hasta que el personal la apremió para bajar del andén.

— Mamá, —Leo no quería que Ximena estuviera demasiado preocupada, dijo: —La abuela quiere helado, vayamos a comprarlo.

Al no tener otra opción en ese momento, Ximena se vio obligada a llevar a los niños a comprar helados primero. En el camino, Ximena seguía mirando fijamente la noria.

Unos minutos después, a medida que la cabina en la que se encontraba Renata estaba a punto de alcanzar la altura máxima, el corazón de Ximena también se aceleró. Observó cómo la cabina se balanceaba con el viento, y sus manos y pies se volvieron débiles.

No sabía si Renata
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