Capítulo15 Cada uno conoce sus límites
Doña Alicia se apresuró a acercarse y saludar: —Señor, ha regresado.

Alejandro entregó su abrigo a doña Alicia.

—¿Dónde está ella?

Doña Alicia respondió: —La señorita Pérez subió hace un momento. Apenas tocó su comida y parecía de muy mal humor.

Alejandro frunció el ceño. Ni siquiera le había preguntado todavía acerca del incidente con Manuela y ya estaba de mal humor. Echando un vistazo a los platos apenas tocados en la mesa, subió las escaleras, tocó su puerta de manera fría y esperó.

Pronto, Ximena abrió la puerta. Cuando vio el rostro frío en la puerta, bajó la mirada casi al instante.

—Señor Méndez, ¿en qué puedo ayudarlo?

Mirando la expresión distante de Ximena, Alejandro de repente sintió una oleada de irritación. —¿No crees que me debes una explicación? —preguntó.

Ximena ni siquiera levantó sus párpados.

—No sé de qué estás hablando.

Alejandro entrecerró los ojos.

—Ximena, no juegues conmigo, ¡poniendo a prueba mi paciencia a sabiendas que mi paciencia también ti
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