Sin embargo, esta vez, antes de que Liliana y Mateo llegaran al cuarto piso, vieron la silueta de Paloma en el recodo de la escalera. Ella miraba en silencio a través del cristal hacia el edificio de enfrente. Incluso al oír los pasos de Liliana y Mateo, no se dio la vuelta.Liliana no tenía prisa. Tomó la mano de Mateo y ambos se sentaron en las escaleras.Apenas habían pasado tres minutos cuando Paloma habló:―Mi absurda vida terminará completamente esta noche. Alguna vez sentí odio y rencor, pero con el paso del tiempo, incluso olvidé qué significaban esos sentimientos. ¿No es ridículo?―Sí que lo es―respondió Liliana―. Es ridículo que fueras tan ciega como para enamorarte de ese consejero que ni siquiera merece ser llamado humano.Al escuchar las palabras de Liliana, Mateo la miró sorprendido. Incluso Paloma se giró, mirándola con asombro.Liliana se puso de pie y dijo:―Tú misma lo dijiste, ¿no? Con el tiempo, olvidaste qué era el rencor. Si fuera yo, ver caer todos los días al as
Esa noche, como de costumbre, Liliana regresó al hospital para acompañar a Fabián.Incluso Mateo, aún lleno de curiosidad, la acompañó al hospital.Al llegar, Liliana abrió suavemente la puerta de la habitación.Viendo que los tres cuidadores estaban allí y que Fabián dormía respirando lentamente, Liliana cerró la puerta con alivio y decidió llamar a Ximena.Ella y Mateo caminaron hasta el final del pasillo. Liliana sacó su teléfono, calculó la diferencia horaria y marcó el número.Después de un momento, Ximena contestó.―Mamá, ¿tienes un momento?―preguntó Liliana.Ximena estaba paseando por la calle con Alejandro. Al notar que Liliana tenía algo que decir, se sentó con Alejandro en un banco cercano.―¿Ocurre algo, Liliana?―Mamá, ¿recuerdas al tío Kerri?―preguntó Liliana con voz calmada.Ese nombre sonaba familiar y extraño a la vez.El ánimo de Ximena decayó.―Sí, lo recuerdo.Liliana respiró hondo.―Mamá, me temo que el tío Kerri ya no es el mismo de antes.Ximena se sorprendió y pr
―Entendido―respondió Liliana―. Mientras no siga lastimando a Fabián, le daré la oportunidad de esperar tu regreso. Ya es tarde, mamá. Debo ir a descansar.Ximena asintió y Liliana colgó el teléfono.Tan pronto como Liliana bajó el teléfono, Mateo, que estaba a su lado, no pudo contener sus preguntas.―Liliana, ¿quién es el tío Kerri?Liliana lo miró.―Es el mejor amigo de mi madre, pero ya falleció.―¿Falleció?―continuó preguntando Mateo―¿Fue por enfermedad?―No―Liliana no tenía ganas de darle tantas explicaciones a Mateo―. Mejor ve a hacer lo que tengas que hacer. Eres como un niño, ¿por qué tienes tantas preguntas?Dicho esto, Liliana se dispuso a caminar hacia la habitación del hospital.Mateo rápidamente la tomó del brazo.―Liliana, ¿no dijiste que querías que te acompañara en tus asuntos?Liliana se volvió hacia él.―Sí, lo dije.―Entonces, si me ocultas todo, ¿para qué me quieres contigo?―dijo Mateo―. Siempre hacen esto, me tratan como a un niño y no me cuentan nada. Tú te fuiste
Mateo sonrió y preguntó:―¿Por qué pusiste solo flores blancas en la entrada de la tienda?Liliana respondió:―No las puse para que las vea la gente, sino para que las vean los fantasmas.―¡¿Fantasmas?!―exclamó Mateo, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.―Así es―dijo Liliana mientras tomaba un trapo―. Por eso no dejé venir a Leo y Nicolás, temía que su destino no fuera lo suficientemente fuerte y les trajera mala suerte.Mateo se señaló a sí mismo, sorprendido:―Entonces, ¿me dejaste venir porque tengo un destino fuerte?―No es que tengas un destino fuerte―explicó Liliana mientras se ponía de puntillas para limpiar un cuadro en la pared―. Es que tu cuerpo es de energía yang pura, así que no se atreverán a hacerte nada. Además, esta mañana te di un amuleto, así que tampoco te afectará la mala suerte.Mateo se quedó pensativo por un momento.Luego, de repente, se enderezó:―Espera, Liliana, normalmente tenemos que ir a la escuela. ¿Quién va a cuidar la tienda?Liliana lo miró con d
Al escuchar la fría respuesta de Nicolás, Liliana pudo imaginar lo hirientes que debieron haber sido sus palabras.Después de tantos años, todos en la familia consideraban a Luciana como parte de ella. Todos, excepto Nicolás.Liliana se frotó la cabeza con frustración.―Bien, bien, te entiendo. Llamaré a mi prima―dijo antes de colgar.Inmediatamente, marcó el número de Paula.―Liliana―respondió Paula al contestar.―Prima, ¿Luciana ha ido a buscarlos a ti o a Damián?―preguntó Liliana.―¿Luciana? No, ¿ha pasado algo?―Paula sonaba confundida.―No podemos contactar con Luciana, se fue sin su teléfono―explicó Liliana, sin mencionar a Nicolás. No quería que lo culparan injustamente sin conocer todos los detalles.―No está conmigo. Llamaré a Damián para preguntarle. No te preocupes...―dijo Paula, aunque su voz delataba su propia preocupación.Después de colgar, Liliana salió a la entrada del hospital.Intentó calmarse y pensar en los lugares donde Luciana podría haber ido. Tomó un taxi y fue
Leo siguió las instrucciones de Liliana y marcó el número. Después de que la llamada se conectó, le pasó el teléfono a Liliana.―Nicolás―comenzó Liliana.La actitud de Nicolás seguía siendo fría:―¿Qué quieres? ¿Qué más vas a preguntarme?Liliana preguntó:―Quería saber si recuerdas a qué hora viste a Luciana.―Alrededor de las once y media―respondió Nicolás―. ¿Por qué?Liliana tragó saliva:―Piensa detenidamente, ¿notaste algo diferente en Luciana comparado con lo habitual?Nicolás hizo una pausa:―Parecía hablar de forma más fría que de costumbre, incluso sus palabras sonaban hostiles.Una idea descabellada surgió en la mente de Liliana, pero antes de sacar conclusiones, necesitaba confirmar más detalles.Liliana se volvió hacia Leo:―Leo, ¿a qué hora volviste a casa?―Cerca de las doce, creo―dijo Leo―. Y entonces vi a Luciana salir corriendo.Liliana apretó el teléfono con fuerza:―Es posible que lo que vieron fuera Luciana, pero al mismo tiempo no era Luciana.Tanto Nicolás como Le
Leo asintió mientras Liliana sacaba un talismán y se lo entregaba a Luciana.—Luciana, lleva este talismán contigo. Tengo que salir un momento.Luciana intuyó algo en las palabras de Liliana.—Está bien, ve rápido.Liliana y Leo salieron juntos de la habitación. Mientras bajaban las escaleras, Liliana llamó a Mateo por teléfono. Pasó un buen rato antes de que Mateo contestara.—Hola, Liliana.Al escuchar su voz tranquila, Liliana suspiró aliviada.—Mateo, ¿ya regresaron tú y Fabián?—Sí, acabamos de llegar al edificio —respondió Mateo.—¿Recién llegaron? —Liliana miró la hora en su teléfono—. ¡Ya son las cinco y media! ¿Cómo es que apenas están llegando?—No es mi culpa, nos retrasamos en el hospital hasta ahora.—Suban rápido. No cuelgues y no pierdas de vista a Fabián, ¿entendido?—Sí, entendido.Mateo guardó el teléfono en su bolsillo y empujó a Fabián hacia el ascensor. Sin embargo, al cerrarse las puertas, la señal se cortó.Liliana, al ver que la llamada se había cortado abruptam
Al notar que el otro lado se había quedado en silencio, Liliana preguntó:—¿Qué pasó? ¿Por qué no dicen nada?—Cr-creo que ya está todo bien, Liliana —respondió Mateo, aún nervioso—. Esa sensación tan desagradable desapareció.—Probablemente lo lastimaste. No debería volver a molestar esta noche. Voy para allá de inmediato.—De acuerdo.Menos de media hora después de colgar, Liliana y Leo llegaron al edificio donde vivía Fabián.Al subir, Mateo ya los esperaba con la puerta abierta.Desde la entrada, Liliana notó de inmediato la disposición del apartamento de Fabián.Leo, sorprendido, comentó en voz baja:—En la sala solo hay una mesa y una silla, nada más...Liliana también estaba impactada:—Es verdad. Es la primera vez que entiendo lo que significa realmente "limpio y ordenado".Hablando en voz baja, entraron al apartamento.Fabián ya había sido trasladado a la cama por Mateo, quien estaba coordinando con el guardia de seguridad para que comprara comida para la cena.Cuando Liliana