—Yo no puedo vivir con ella, pero ya que lo mencionaste, intercambiaré con ella y le daré la caravana.

—¿Querida?

Diego se sorprendió, ¡no esperaba que ella lo aceptara! Parecía que su posición en el corazón de ella seguía siendo sólida. Siempre que él lo pidiera, ella estaba dispuesta a ceder. Su esposa seguía siendo tan obediente como antes.

Yaritza sonrió suavemente: —Mi equipo de filmación llegó, te dejo por ahora.

Después de colgar el teléfono, Yaritza refunfuñó fríamente y sacó un pequeño dispositivo de escucha de su bolsa, lo instaló debajo de la mesa. Luego, ella bajó del coche con su bolsa.

Tan pronto como abrió la puerta, vio a Teresa parada afuera de la caravana. Sin cámaras de seguimiento ni lentes enfocados, Teresa no necesitaba disfrazarse.

—¿Diego te lo ha dicho, ¿verdad? He sido criada desde pequeña con una cuchara de oro, todo me ha sido dado sin esfuerzo, también tengo alergias, soy asustadiza, ¡tengo mucho miedo de serpientes, insectos y ratones! ¡Pero tú eres dif