—¿Empleado?

David escuchó esa palabra y sus labios se movieron levemente en dos muecas. Permaneció en completo silencio, con una expresión entre el llanto y la risa.

¿Empleado? Jaja…. ¡Realmente se atrevía a responder así!

Al instante, no dijo nada más. Simplemente levantó a Yaritza del sofá.

—David, ¿qué estás haciendo de nuevo? —Yaritza se asustó.

—¿No lo puedes ver? Te estoy abrazando.

Con sus bellos ojos oscuros y el cabello corto cayendo sobre su rostro, cubriendo sus ojos, David no dejó ver sus emociones actuales.

Yaritza no podía distinguir en realidad el color de sus ojos, ni percibir su estado de ánimo en ese momento, pero tenía la vaga sensación de que no estaba contento.

¿Fue por la palabra “empleado”?

Pero ella no dijo nada malo... Después de todo, ¿no era en realidad él su empleado?

¿Debería hacer que ella le llame “tío”? ¡Pero ya se había divorciado de David!

De repente, David detuvo sus pasos y miró hacia abajo a Yaritza, con una mirada afilada y penetrante: —No tengo