La tarde en el café transcurría más relajada de lo que Sophia había anticipado. El ambiente fresco de los aires acondicionados parecía disipar cualquier rastro de la tensión que había sentido antes. Xavier, sentado frente a ella, removía su refresco con la pajita, una chispa de entusiasmo brillaba en sus ojos mientras conversaba con su padre. Aunque Thomas mantenía su habitual fachada seria, había algo distinto en él. Su rigidez habitual había dado paso a una actitud más accesible, casi… cómoda.—Sophie, ¿te gustan los superhéroes? —preguntó Xavier de repente, sus ojos fijos estaban en ella con curiosidad genuina.Sophia parpadeó, sorprendida por el cambio de tema. No era algo que hubiera esperado, pero no pudo evitar sonreír ante la espontaneidad del niño.—Bueno, no soy una experta, pero sí, me gustan. ¿Tienes un favorito? —respondió, sintiendo cómo el ambiente se volvía más ligero.Xavier asintió con entusiasmo, casi saltando en su asiento.—¡Los X-men! ¡Son geniales! Papá me regal
Xavier, con una sonrisa tímida pero emocionada, miró a su padre y luego a Sophia, como si la presencia de ambos en su "equipo" le diera una sensación de seguridad. Era un niño inteligente, que captaba mucho más de lo que dejaba entrever, y en ese momento entendió algo más allá de las metáforas del rugby y los héroes de cómic. Sophia no solo estaba ahí para explicarle historias, sino que también lo estaba apoyando, y su padre, a pesar de sus dificultades, estaba tratando de hacer lo mismo.—Así que... tú eres el pilar izquierdo, Sophie —dijo Xavier, asintiendo con una sonrisa cómplice—. Me gusta eso. Me gusta que tú también estés en mi equipo.Sophia sintió que su corazón se apretaba ante las palabras del niño. No esperaba sentir tanta calidez en esa sencilla conversación, pero algo en el gesto de Xavier y en la mirada de Thomas le hizo darse cuenta de la profundidad de lo que acababa de ocurrir. Tal vez no solo estaban formando un equipo en la mesa de ese café, sino también uno en la
La conductora de aquel programa hizo su entrada triunfal, luciendo un ajustadísimo vestido de animal print y unos stiletos que pocas mujeres, y hombres, podrían usar. Removió su platinado y teñido cabello y sonrió a la cámara, luciendo todos los dientes de su boca.—¡Buenas tardes, mis amores! ¡Cómo les va! —exclamó en medio de su histrionismo—. ¡Hoy les tengo un programa…! ¡DI-VI-NO! ¿Saben por qué? Porque acá en el Show del Chisme su amiga Georgeana Hudson siempre les trae los chismes más picantes.El equipo de conducción y los comentaristas aplaudieron a la conductora mientras ella seguía con su acting de siempre.—Y para comenzar les traigo una historia de amor salida de un cuento de hadas —continuó la mujer. Abajo en el graff había aparecido un cartel: La “Bella” y “La Bestia”—. ¿Se acuerdan de ese bruto que golpeó a nuestro jugador de rugby favorito?—Ay, cómo olvidarlo —dijo uno de los comentaristas tapándose el rostro en un gesto sumamente femenino—. ¡Casi me lo desfigura a mi
Monty rápidamente ingresó la contraseña en su celular y en cuestión de segundos tenía el streaming en vivo en su pantalla. Con una inclinación hacia Sophia, le mostró la imagen de Thomas, quien se encontraba en el centro de una conferencia de prensa. Estaba vestido con su habitual camiseta oscura y jeans, su postura era rígida y su expresión endurecida como una pared de concreto. Tenía los brazos apoyados en la mesa de la sala de conferencias, y al parecer le habían indicado cómo debía ser su lenguaje corporal, porque hasta tenía las manos unidas por la punta de los dedos, demostrando fuerza y decisión. Sus ojos oscuros fulminaban a los periodistas que se abalanzaban sobre él con sus preguntas como aves de rapiña.—Ahí está —murmuró Monty—. El hombre del momento.Sophia tragó saliva, tenía el estómago revuelto de nervios. Ver a Thomas así, enfrentándose a la prensa, le hacía sentir un peso enorme en el pecho. Las cámaras se movían incesantes mientras los flashes iluminaban su rostro t
Thomas estaba sentado en el banco del vestuario frente a su casilla con su nombre pegado en la parte superior del marco. La camiseta azul con el número uno estampada en él lo aguardaba colgada en la percha, junto con el pantalón blanco, las medias del mismo color y una botella de agua. Todo a su alrededor era charlas y risas de sus compañeros de equipo, pero él estaba algo contrariado por la foto que se había filtrado de él con Sophia tomando algo fresco.Ardía en bronca. Todo en él temblaba y le costaba concentrarse en el partido a punto de desarrollarse. Sentía a la gente rugir, gritar, silbar y cantar. Cuando había subido al campo de juego para poder calentar y practicar con sus compañeros, mucha gente lo había saludado, hasta incluso le habían pedido fotos y autógrafos, algo que lo había dejado totalmente descolocado. Lejos de imaginarse que su imagen se vendría a pique tras la filtración de la foto con Sophia, la misma había tenido un subidón que pocas veces lo había vivido. Segú
Gabriel seguía allí pasmado, observando como la pelota no había pasado entre los palos que formaban la hache del arco rival. ¡Era un tiro fácil! ¡Hasta incluso en sus estadísticas tenía un ciento por ciento de eficacia en los tiros más difíciles! ¿Cómo era posible que haya errado?—¡Gabriel! —la voz de uno de sus compañeros lo sacó de su ensimismamiento. El capitán del equipo miró hacia atrás. El partido había seguido sin su participación, totalmente ajeno a su estado de shock— ¡El partido!Como alma que lleva el diablo, corrió presionando los músculos de sus piernas para alcanzar la posición de la pelota. Los dos equipos ya estaban en la línea de la yarda veintidós, listos para un lineout. Como en el fútbol, el jugador que sacaba se posicionó en la línea blanca que delimitaba la cancha y se preparó para lanzar la pelota. El equipo de Los Romanos tenía una buena oportunidad de hacerse con los primeros cinco puntos del partido, sólo había que presionar un poco y llegarían al in-goal de
Tras la victoria de Los Espartanos contra Los Romanos —y la filtración de la fotografía con Sophia— Thomas había experimentado un incremento positivo en su imagen. Ahora sus redes sociales explotaban en felicitaciones por su desempeño y su cambio de actitud, lo invitaban a entrevistas en programas de todo tipo, y Red estaba muy contento con su comportamiento, tanto dentro como fuera de la cancha. Pero lejos de agradarle, al capitán le parecía sumamente molesto que, cada vez que iba a un programa, le preguntaran acerca de Sophia y no sobre su desempeño en la cancha.—Honestamente ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que dije que entre la doctora Milstein y yo no hay nada. No hay amistad entre nosotros, mucho menos algo romántico. Es una excelente profesional, una inspiración y un ejemplo a seguir y estoy aprendiendo mucho de ella —había dicho en una entrevista de radio, con los audífonos pegados en las orejas y sentado en el estudio, con el micrófono cerca de su boca—. Ahora, si
Sophia se quedó en silencio unos segundos, sorprendida por la inesperada propuesta de Thomas. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de timidez y vulnerabilidad que tan raramente mostraba, la dejó sin palabras por un momento. No era común escuchar a Thomas, el rudo y reservado capitán, pidiendo algo de compañía. Su primer instinto fue rechazarlo, recordándose a sí misma que tenía un plazo que cumplir y varios capítulos aún por escribir. Pero algo en su voz la hizo dudar. Sabía que estaba pasando por un mal momento, y después de todo lo que habían vivido, no podía dejarlo de lado tan fácilmente.—Emmm… No estoy segura, Thomas… Tengo mucho trabajo pendiente —respondió finalmente, con la mirada fija en la hoja de su novela que asomaba por su Olivetti. Su imaginación rápidamente la caricaturizó, y la vio sacándole la lengua con burla por no haber terminado su trabajo con tiempo de sobra. Y todavía tenía que digitalizar esas hojas—. Además… Con todo esto de la foto… No sé si necesitamos d