"Sí", digo, con mis manos vacilando un poco en su camino hacia abajo. "Pero eso no me convierte... ¿en una horrible reina?"."No", tararea él, cerrando los ojos y exhalando profundamente cuando mis manos continúan su camino, desabrochando lentamente su correa. "Te hace perfecta"."Está bien", me río
EllaSinclair y yo nos despertamos pocas horas después, con la ropa esparcida por la cama y el suelo, pues hoy es el gran día.Gruño un poco cuando noto que Sinclair se mueve."No", murmuro, agarrándole el brazo y tirando de él.O debería decir que él me deja tirar de él. Porque no hay forma de que
Que, sinceramente, es lo único que me importa.Sonrío al pequeño Rafe, que va vestido como su padre, aunque sin medallas, y él me sonríe dando un pequeño chillido. Le sonrío. "¿Estás emocionado por el gran día?”, le susurro, transmitiendo un pequeño pulso de curiosidad por nuestro vínculo.Él me dev
EllaNos trasladamos inmediatamente al gran salón del palacio, donde nos habíamos reunido con nuestros delegados hace unas noches atrás. Sinclair y yo esperamos en silencio en una pequeña sala al lado de la entrada para que todos los de la primera sala se trasladen a sus sillas en la segunda, donde
Cora y yo estallamos en carcajadas ante esta clara broma, pero Sinclair se limita a fulminar con la mirada a su hermano y a darle un empujón en el hombro. "Ni se te ocurra, Rog", gruñe él. "No quieres el trabajo"."Cierto, hermano", dice Roger, dándole una palmada alegre a Sinclair en el hombro. "Tu
EllaLos ayudantes palidecen al verme regresar a toda prisa hacia la puerta, con los ojos desorbitados. Esto no es parte del protocolo..."¡Ella!", dice Cora jadeando y sus ojos se mueven rápidamente sobre mí mientras hace rebotar a Rafe en sus brazos, tratando de calmarlo. "¿Qué estás haciendo?"."
EllaNo puedo evitarlo, en absoluto. Rompo a llorar inmediatamente.El público, cuando se da cuenta de lo que está pasando y cuando creo que ven mi reacción demasiado emotiva al respecto, empieza a gritar de nuevo de aprobación. Sinclair se ríe al verme llorar, sacudiendo la cabeza mientras vuelve a
Admito que estoy casi abrumada por todos los invitados y la atención. Sinclair y yo nos pasamos horas dirigiéndonos a cada una de las personas que se acercan para saludarnos, a felicitarnos, a estrecharnos la mano y a hablarnos de su entusiasmo por el futuro de la nación. Hago todo lo posible por pr