"¿Qué pasa, Cora?", susurro, queriendo dejarla ir a su ritmo pero también muriéndome de curiosidad por saber de qué está hablando. "El hombre", dice ella, levantando la vista y encontrándose con mi mirada. "¿No te acuerdas de él, Ella? "Yo... yo no lo vi, Cora", le digo, sacudiendo la cabeza. "Tampoco vi lo que tú viste en la hipnosis. Quizá si lo hubiera visto, tendría los mismos recuerdos, pero no...". "Él… nos ha estado siguiendo toda la vida", susurra Cora, mirándose las manos. Veo que
SinclairMientras Cora se sienta en la cama junto a su hermana, intercambio miradas con mi hermano y hago un gesto hacia la puerta. Él asiente. Pone una mano en el hombro de Cora y le da un pequeño apretón antes de dirigirse a la puerta. Ella se gira hacia mí cuando me levanto. Me ve agarrando mi teléfono y dirigiéndome al armario, pero le hablo de mente a mente para decirle que no pasa nada. Y luego, procedo a ponerme ropa informal. ‘Cuida de Cora’, le digo a Ella, intentando transmitir cali
"Está bien", digo mientras me pongo recto y asiento con la cabeza. Entonces, vuelvo a mirar mi teléfono para buscar nuevamente a ese dibujante. "Irás esta noche. Llévate a Cora". "¡¿Qué?!" "Después de que termine con el dibujante", continúo, levantando la vista y mirándolo fijamente a sus ojos. "La llevarás contigo a esa biblioteca". "¿Por qué?". Roger gruñe y yo frunzo las cejas ante su desafío a mi orden. Roger suspira, con los dientes apretados, claramente frustrado. Ahora siento curios
CoraEsa noche, nuestro coche avanza por la carretera hacia el archivo, con Roger al volante. Otro coche con dos guardias nos sigue, vigilando a por cualquier cosa extraña. Suspiro de cansancio, aunque anoche dormí más que Ella, Roger o Sinclair. Aun así, no fue precisamente un sueño tranquilo, y hoy, con el dibujante... Miro fijamente la copia del boceto que tengo en el regazo, la cara del hombre que no sabía que había estado rondando mis sueños. Poder verlo plasmado así en un papel... se si
"Sí", dice Roger. "¿Estás lista para entrar? ¿O necesitas un minuto?" Me estiro en el asiento, con los ojos cerrados, y hago una revisión mental de mí misma. ¿Cuerpo? Tenso, pero bien. ¿Mente? Totalmente agitada. ¿Corazón? ... mejor no investigarlo, de momento. "Sí", respondo yo mientras dirijo una sonrisa alegre a Roger. Él parpadea un poco, quizá sorprendido de ver mi sonrisa. "¿Ha dicho algo Ella o Sinclair?". Roger niega con la cabeza, apaga el coche y se desabrocha el cinturón de se
CoraUnas tres horas después estoy... terminada por los libros. Libros como género, en su totalidad. Tengo las manos polvorientas, estoy harta del olor a páginas viejas y mohosas, y son tan aburridos...Página tras página de historia sobre las prácticas de adoración de los cambiaformas: quién hizo genuflexiones ante este dios, cómo, dónde y durante cuánto tiempo, y los pequeños cambios en las prácticas... Gruño, apartando de mí el vigésimo libro y mirando con desgana el montón de unos cinc
Paso la página, buscando más información, pero me sorprende y decepciona descubrir que ése es el final. "¿Eso es todo?", pregunto jadeando. "Es suficiente", dice Roger, con la mano apoyada en mi espalda. Me giro hacia él, sin saber qué hacer. "¿Estás segura, Cora?", me pregunta, volviendo a pasar la página y señalando la foto. "¿Estás segura de que esto es precisamente lo que viste en tu hipnosis y cuando eras niña?". "Sí", digo, asintiendo con firmeza. "Cuando lo vi, fue como un déjà vu. Un
CoraEl clima, extrañamente, empeora a medida que conducimos. Normalmente no me asusta conducir con mal tiempo, pero a medida que pasan los kilómetros me siento cada vez más ansiosa. El agua golpea contra el parabrisas, los truenos retumban a nuestro alrededor y los relámpagos iluminan los bosques que atravesamos. "¿Qué demonios es esto?", gruñe Roger, inclinándose hacia delante para mirar al cielo. "No puedo creer que haya durado tanto... y está lloviendo más fuerte, sin parar...". "¿Siquiera puedes ver algo?", pregunto con las manos agarrando el cuero del asiento con ansiedad mientras miro por el parabrisas. A mí me parece una inmensa lámina de agua gris con el destello ocasional de las luces de freno del coche del guarda delante de nosotros."Puedo ver", murmura Roger en respuesta, un poco molesto, al parecer, de que ponga en duda sus habilidades. Pongo los ojos en blanco, pero confío en él: debe de haber algo en sus sentidos de lobo que le permite ver la carretera que tenemos