3ra PersonaEl Rey Andras estaba viendo la rueda de prensa cuando su hijo entró, con sangre goteando de sus garras. Cuando Damon entró, la conferencia se estaba acabando, con Sinclair agradeciendo a la prensa su apoyo y disculpándose nuevamente por su mentira. Llamó a que se tomaran acciones en contra del Príncipe, afirmando que el destino de las Manadas Unidas estaba en riesgo si el Consejo Alfa no actuaba. "Idiota", le gruñó a su hijo, apagando el televisor. "¿En qué demonios estabas pensa
"¡No!". Damon rugió, su adrenalina aumentando. "¡No puedes hacer esto! ¡No es justo! ¡Yo soy tu heredero! ¡El trono se supone que es mío! ¡El no lo puede tener y no huiré!". "No tienes otra opción. Tú mismo hiciste esto y ahora tienes que afrontar las consecuencias", Andras dijo con firmeza: "No te protegeré de las consecuencias, Damon. Por lo que a mí respecta, ya no eres mi hijo". El rey se sentó de nuevo en su silla, su mente dando vueltas, sin poder procesar la sorpresa de esta convers
Ella "Ella, Ella despierta". La voz urgente de Sinclair invade mis sueños, justo cuando el suelo comienza a temblar bajo mis pies. Cuando me despierto de repente, me doy cuenta que el suelo no estaba temblando, sino que mi cuerpo estaba siendo sacudido por mi pareja. El apuesto rostro de Sinclair está encima mío, sus ojos brillan mientras apoya su mano en mi hombro. "Vamos nena, tenemos que irnos". "Yo... ¿qué? ¿Qué quieres decir?", murmuro atontada. "Nos están atacando, tenemos que irn
Estoy tan agradecida por mi pareja en este momento que podría besarlo, pero me abraza demasiado fuerte como para moverme. En lugar de eso, le beso el cuello y le doy las gracias profusamente mientras me abraza como una manta de seguridad humana. Cuando termino de agradecerle, pienso en el futuro. "Dominic, ¿qué vamos a hacer?". "Vamos a ir al oeste, a los territorios ocultos". Sinclair me responde con decisión. "Tengo unos aliados ahí, y el Príncipe estará tan ocupado solo intentando calmar l
Ella El viaje a los territorios ocultos fue corto una vez que llegamos a la costa. Subimos a una avioneta y ascendimos a los cielos a toda velocidad, y juro que Sinclair no se relajó hasta que estuvimos a nueve mil metros de altura. No me di cuenta de lo tenso que había estado incluso después de salir del Valle Luna, hasta que estuvimos fuera de peligro y sus músculos por fin se relajaron. El vuelo duró más de seis horas, aunque dormí la mayor parte del trayecto. Cuando por fin aterrizamos
La tierna expresión de Gabriel se quiebra, y luego echa la cabeza hacia atrás riendo. "Bueno, ya veo por qué la elegiste, Dom". Expresa a Sinclair, a pesar de que el estado de ánimo se ha apagado permanentemente. "Pero siento lástima por ti. Está en todas las noticias y no puedo creerlo. Cómo un hombre pudo acabar con todo el Consejo Alfa, con todos los betas. Es impensable". "Pues no lo hizo por su cuenta, ni honorablemente", refunfuña Sinclair. A estas alturas ya me he puesto al día de todos
EllaNunca imaginé que estar en el exilio se vería así. El palacio del rey Gabriel es la demostración de lujo más extravagante que he visto en mi vida, y no es que las mansiones y los palacios sean extraños para mí. ¿Quién habría imaginado que la pobre huérfana Ella acabaría conociendo a las figuras más importantes del país, o que tendría el capital social para convertirse en una amenaza política? Al salir de los coches y entrar en el edificio, solo puedo mirar a mi alrededor con asombro. L
‘Muérdeme’. Responde mi propio loba antes de que tenga la oportunidad de reflexionar sobre la sabiduría de sus palabras. ‘Con mucho gusto’, contesta Sinclair, mordisqueando su marca de reclamo donde mi cuello se une a mis hombros. Mi loba se enciende de inmediato desde dentro hacia fuera, y el médico nos lanza una mirada tranquilizadora. "No puedo realizar una prueba de esfuerzo cardíaco cuando estás haciendo que su corazón se acelere de esa manera, Alfa". "A mí no me mires", comenta Sinclai