Capítulo 1229
El secretario no dijo nada y se la llevó.

—Señor Ramos, lo que esa mujer ha dicho de tu madre...

Antes de que pudiera terminar su frase, fue interrumpido fríamente por Leonardo, —Finge que nunca lo has oído.

Por otra parte, después de que el coche salió del Jardín Verde, el secretario llamó a Ernesto.

—Señor Santos, la tengo.

—Mátala, y hazlo sin dejar rastro.

Colgando el teléfono, Ernesto por fin respiró aliviado, ya no se preocuparía por nada.

Una vez muerta aquella mujer, nadie volvería a amenazarle.

Al pensar eso, Ernesto sonrió.

...

A altas horas de la noche, el criado de la familia Aguilar llevó un saco al sótano.

Al deshacer el saco, apareció ante los ojos de Guido una mujer pálida, con los ojos llenos de pánico y evidentemente aterrorizada.

Guido estaba sentado en una silla no muy lejos de ella y la miraba con una sonrisa.

—Ernesto tiene tanta prisa por matarte, debes de tener algo contra él, ¿no?

La mujer levantó la vista, asustada, y negó precipitadamente con la cabeza: —No s
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