Antonia la miró, su expresión se tornó repentinamente preocupada, —¿Cómo piensas lo que te dije antes?

Al oírlo, a Mafresa le dolía la cabeza y se apresuró a decir: —Mamá, por favor, déjame en paz. Realmente no tengo ningún interés en hacer negocios, y fue mi hermano quien dirigió al Grupo Ramos paso a paso a lo largo de los años hasta llegar a la gloria de hoy. Aunque ahora me dé la empresa, los accionistas no me harán caso.

—Eso es porque no tienes ambición. ¡Si quieres, dejaré que mi gente te ayude!

Al ver la mirada caprichosa e ingenua de Antonia, Mafresa le dijo fríamente: —Basta, pase lo que pase, yo no le voy a arrebatar el Grupo Ramos a mi hermano, si tanto quieres tener el Grupo Ramos, te lo puedes arrebatarlo tú misma.

Antonia se enfadó tanto que apretó los dientes y dijo: —¿Qué tonterías dices? ¿Cuántos años ya tengo?

—No eres vieja, ahora estás en la flor de la vida. Si de verdad quieres tanto al Grupo Ramos, piensa en cómo lograrlo, en vez de obligarme, deberías hacer tus