Sometida por el italiano
Sometida por el italiano
Por: Alev
Trabajar en el burdel

Mi padre me abandono cuando tenía ocho años de edad y mi madre ha tenido que ejercer la prostitución para mantenerme.

Vivimos en Italia en la zona de Sur donde lidera una antigua mafia apodada "La camorra"

La familia Salvatore, en particular, emerge como una de las más temidas en esta región. Son la mano derecha de los Rinaldi los líderes de la mafia italiana en el norte de Italia.

Nos hemos refugiado en uno de los burdeles más destacados de la zona, donde mi abuela desempeña un papel crucial, casi como la líder del lugar.Las mujeres de mi familia han estado vinculadas a la prostitución durante muchos años. Sin embargo, mi mamá eligió alejarse de este mundo cuando conoció a mi padre. Pero, lamentablemente, cuando él nos abandonó, ella se vio obligada a regresar a esa realidad.

Es un lugar exclusivo donde las mujeres trabajan en paz y los clientes son generosos. He aprendido mucho sobre cómo seducir y embaucar a esos hombres. Sin embargo, debido a mi edad y a que mamá desea cuidarme, nadie me ha tocado. Por supuesto, es un lugar peligroso y más de una vez han intentado meterse en mi habitación para abusar de mí, pero me he defendido. Sé que lo más valioso que tengo es mi virginidad y planeo venderla al mejor postor. Lo que más deseo es salir de este mundo.

Estoy junto a la cama donde mi mamá está a punto de tener al bebé. No pudimos pagar un médico, así que confiamos en una partera. Estoy nerviosa pero también emocionada por tener un hermanito. Mi abuela está conmigo, compartiendo mis sentimientos.

En la habitación hay un montón de susurros y suspiros mientras esperamos. Finalmente, el bebé llora y la partera me lo da a mí. Lo veo por primera vez: un ser pequeñito, con el pelo oscuro y los ojos grises. Es hermoso.

— Cuidalo siempre Paulina— Pronuncia mamá

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras observaba impotente cómo ella comenzaba a convulsionar. Desesperada, grité a la partera que la ayudara, pero lamentablemente, sus esfuerzos fueron en vano, mi madre murió.

—Es una hemorragia interna— Anuncia la partera

—Por favor abuela llevemosla a un hospital— Supliqué

—Ya es tarde Paulina está muerta — Responde ella

Lloré mucho, como si mis lágrimas fueran ríos que no podía contener. El dolor de su pérdida pesaba mucho en mi pecho, haciéndome sentir triste en cada suspiro. Me arrepentí de no poder despedirla como se merecía, y ese sentimiento de culpa se quedó conmigo. Ni siquiera fui capaz de pagar su sepelio, era una completa inútil.

Me sentía impotente y triste, porque no pude hacer el último gesto de amor y respeto hacia ella.

[...]

En este momento tengo al pequeño bebé entre mis brazos y lo estoy intentando calmar mientras mi abuela me mira con frialdad.

— Debes deshacerte de él— Me sugiere

Negué con la cabeza — Por supuesto que no lo haré Diego es lo único que tengo de mamá

— Tu madre fue una idiota al dejarse embarazar nuevamente — Espetó molesta — Le dije una y mil veces que los horarios Únicamente nos usan y desechan. Primero te tuvo a ti y ahora a ese mocoso.

— No tienes derecho a juzgarla, abuela. Diego es mi responsabilidad y lo cuidaré con todo mi amor.— Afirmé

— Pero estás arruinando tu vida, querida. Deberías pensar en tu futuro.— Me sugiere — No alimentaré a una boca más. Si quieres comer, deberías trabajar en el burdel como las demás.

— ¡Solo tengo quince años, abuela! No puedo trabajar en un burdel, ¡es ilegal!— Espeté.

— La legalidad no pondrá comida en la mesa, Paulina. Además, así les gustarás mucho más a los clientes.— Afirma

Nunca me imaginé que tendría que hacerme responsable de un bebé ni trabajar en un burdel a los quince años, pero no tenía opción Diego debía comer y necesitaba muchas cosas y no tenía a nadie en el mundo.

[...]

En estos dos años desde la partida de mi madre, mi vida ha tomado un giro inesperado. Me veo atrapada en una realidad que nunca imaginé, trabajando en el oscuro mundo de la prostitución para sobrevivir. Cada noche, enfrento la cruda realidad de intercambiar mi dignidad por unas monedas, una elección difícil pero necesaria para asegurar la subsistencia de Diego, mi hermanito. No ha sido nada fácil cuidar de un bebé y trabajar en las noches en el burdel.

Me llaman "la prostituta virgen" en este lugar sombrío, porque el rumor corre de que no me involucro con ningún cliente. Mi decisión de mantenerme pura se ha vuelto como un tesoro codiciado, con ofertas tentadoras que prometen llenar mis bolsillos. Sin embargo, no he aceptado, únicamente soy mesera y bailo, pero jamás he tenido relaciones con nadie.

— ¡Paulina, no tienes idea del bombón que acaba de llegar! Preguntó por ti, ¿sabes?— Anunció Angela una de mis mejores amigas.

Rodeo los ojos mientras me termino de maquillar— Ah, ¿en serio? No me interesa, Ángela. Es solo otro empleado como todos, nada especial.

— ¡Pero es guapísimo y le encantas!— Exclama ella.

— No me interesa atraer a alguien de su categoría. Quiero a alguien que me saque de aquí y me dé la vida de reina que merezco.— Le recordé.

Adrian es lindo, pero únicamente es el escolta del señor Salvatore. El señor Salvatore es el líder de la camorra, de la mafia italiana del Sur de Italia. Él contrata los servicios de varias prostitutas.

Ella ríe burlona— ¡Vaya, Paulina, siempre apuntando alto! ¿Estás buscando un príncipe azul que te saque de este lugar?

—No necesariamente un príncipe azul, Ángela. Pero definitivamente alguien que entienda mi valor y esté dispuesto a ofrecerme la vida que merezco.— Afirmé.

Yo no quiero enamorarme, ni entregarle mi cuerpo a alguien que se burle de mí y me abandone. La vida me ha enseñado que a los hombres hay que usarlos antes de que ellos me usen a mí.

Después de haberme preparado meticulosamente con el vestuario y el maquillaje, me encaminé hacia la zona donde se encontraban todos los clientes expectantes. Al llegar al centro del escenario, dejé que la música envolviera mi cuerpo y, con movimientos sensuales, comencé a bailar.

Cada giro y cada movimiento estaba cuidadosamente ejecutado, mientras mi especialidad consistía en hechizar a los clientes con la gracia de mis movimientos y la seducción en cada gesto.

Después de deslizarme sensualmente por el escenario y sentir las miradas curiosas de varios clientes que se perdían entre las luces tenues, decidí descender al nivel principal del local. Desde allí, observé en silencio cómo algunos de los clientes se dirigían hacia las habitaciones privadas con las demás chicas, sumergiéndose en un mundo de emociones y secretos.

Mientras me sumía en esos pensamientos, mi abuela se acercó a mí.

— Paulina, necesitamos hablar. He notado que varios clientes han expresado su deseo de tenerte para ellos, y algunos consideran que es un agravio que no los aceptes.—Anuncia mi abuela.

— Abuela, sé lo que están diciendo, pero no pienso entregarme a cualquiera que ofrezca una miserable cantidad. — Respondió rodeando los ojos.

— Has obtenido mejores ofertas que cualquiera aquí.— Me recuerda

—No pienso rebajarme a la desesperación de esos muertos de hambre. Yo aspiro a mucho más.— Sostuve

— Paulina, la vida puede ser complicada, y a veces hay que tomar decisiones difíciles.— Me aconseja — No siempre serás tan joven y bonita.

[...]

— Paulina, tus besos son fascinantes, mi amor.— Expresa Adriano luego de nuestra sección de besos.

— No deberías acostumbrarte, Adriano. Recuerda que eres solo el menos repugnante de los clientes, pero no dejas de ser un muerto de hambre. Solo prefiero a alguien guapo para practicar los besos y caricias.— Anuncié

— Paulina, este muerto de hambre te encanta, ¿verdad?— Bromea él —Paulina, un día tendré tanto dinero que podré darte todo lo que desees. Serás mi mujer, mi esposa, y tendrás una vida llena de lujos.

— Adriano, cuando ese día llegue, hablaremos. Pero mientras eso suceda, nunca me entregaré a ti, y mucho menos seré tu esposa. Necesito un hombre que pueda ofrecerme más, que me saque de este horrible mundo y compre mi libertad en este burdel.— Replique por milésima vez.

—Lo entiendo, mi amor. Pero, ¿por qué no aceptar lo que puedo ofrecerte ahora?... Es cuestión de tiempo para que sea millonario.— Afirma y no contuve mi risa

—Yo no confío en los hombres y principalmente porque Diego merece más.

Cuando era un bebé, se enfermó gravemente, y no teníamos dinero. Sí, mi abuela nos ayudó, pero tengo una deuda con ella que debo saldar. Esa deuda ha sumado intereses y le debo mucho dinero a mi abuela

— Paulina, escucha, tengo un plan para ser millonario, y cuando eso suceda, serás solo mía, de nadie más. Serás mi mujer y la madre de mis hijos.— Él deposita un beso en mis labios — Confía en mí, cariño.

—¿De que se trata ese plan?— Pregunté

—¿Has oído de la familia Salvatore?— Indaga él.

— Si son los líderes de la mafia italiana y prácticamente los dueños de los burdeles y el sur de Italia — Respondí con obviedad.

— Pues pronto tendremos más dinero y poder que ellos.— Afirma Adriano.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo