Capítulo 149
Pero Irene no pudo soportar la fuerza de la mano de Robin en su cintura.

Enfurecida, mordió sus labios.

Robin soltó un gruñido.

Y la soltó.

—¿Estás buscando problemas, Irene?

Irene lo miró fijamente, sin decir nada.

Robin frotó con fuerza sus labios.

Sus labios, ya hinchados por los besos, se tornaron aún más rojos y brillantes.

Con una sonrisa en la comisura de sus labios, Robin introdujo sus dedos en la boca de Irene.

Ella sintió de inmediato una ola de humillación.

Este trato, como si fuera un juguete para él, la hacía sentir terriblemente incómoda.

Se revolvió instantáneamente.

Robin agarró su barbilla con firmeza:

—¡No te muevas!

Sus dedos exploraron su boca hasta que tocaron uno de sus dientes puntiagudos.

—¡Bastante afilado! ¡Vamos a ver si te atreves a morder de nuevo!

Después de decir eso, retiró sus dedos.

Irene lo miró de reojo y se dirigió hacia el baño.

Viendo su enojo, Robin se sintió inexplicablemente complacido.

Prefería esta versión viva de Irene.

Era mucho mejor que s
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