Capítulo 93
Ese momento no duró mucho antes de que empezara a hartarme de comida. La comida sabía a gloria comparada con la basura que nos daban en el orfanato y mi golosa barriga rugió aún más.

Había comida debidamente preparada, frutas, verduras, leche, vino, filetes... de todo. Tenían de todo en aquella cocina.

"¿Quién eres?".

Una de las manzanas que tenía a medio comer en la mano se me cayó y me quedé inmóvil. Me giré lentamente y me encontré cara a cara con un chico de pelo rizado en una silla de ruedas. Si no tuviera mi edad, debía ser uno o dos años mayor que yo.

A pesar de que tenía la boca llena, sonreí y levanté la mano torpemente. "Hola", murmuré.

El chico se me quedó mirando y luego bajó la vista hacia la manzana que tenía en la mano. Avergonzada, escondí la manzana detrás de mí, con la mirada fija en las ruedas de su silla de ruedas.

"Lo prometo y lo juro, no voy a...". Empecé a decir, pero me interrumpió el movimiento de su silla. Al principio, el miedo me oprimió el corazón ha
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