Capítulo 31: Se ha cumplido.

Timotheo me besa despacio y con suavidad me acaricia susurrándome al oído, como tenía la intención de volverme loca. De volverme demente de placer, de sucumbir ante la tentación que habíamos estado padeciendo desde hace demasiados días. Una ola de calor invade mi cuerpo haciéndome que suelte un gemido de placer cargado de puro deseo.

 Le beso por todas partes, por cada lugar que me es posible, desde la boca hasta el cuello, detrás de las orejas; busco sus labios reclamándolo como míos, haciendo que el introduzca su lengua dentro de mi boca y que la envolvamos en una danza de placer, entre la suya y la mía. Él me besa de forma tan apasionada que no puedo evitar volver a gemir. Se me endurecen los pezones y mi vientre palpita. Siento mi sexo, humedecerse como jamás me había sucedido antes.