Capítulo Treinta y seis: Duras revelaciones

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DURAS REVELACIONES

  

   —No, te equivocas. Tú eras quien tenía una herencia que heredarías a los veintiuno gracias a tu madre. Tu padre lo sabía, y no quería tocar aquel dinero por nada del mundo. Vivian en una casa bonita porque las apuestas lo dejaban con una buena pasta, pero cuando le comenzó a ir de mal en peor, ya cuando estaba al borde del abismo y fue a pedirme una mano comencé a no solo darle dinero para pagar lo que tenía de deuda, sino también para que mantuvieran el estilo de vida que llevaban y para que tú no sospecharas de nada de lo que ocurría a su alrededor. Lo siento mucho, Nina, pero el hombre que tienes en un altar, no era cien por ciento honesto contigo. Lo cual es algo que es entendible dado que eras una niña, no tenía que lidiar con sus problemas.

    —No inte

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