Capítulo 31

Cuando Kilian dijo aquello sobre la madre de Marius, lo imaginé solo como un niño de ocho años quedándose sin su madre. Lo imaginé solo, esta vez completamente solo. Marius nunca realmente me había contado la razón por la que vivía aislado, pero podía imaginar cómo debió de ser crecer como el único lobo negro en una manada normal.

Ya había tantos rumores sobre los lobos negros, sobre su sangriento pasado, sobre las guerras y rebeliones que causaron.

El rey había prohibido que se reprodujeran, debido a su naturaleza feroz, mucho más que la de los lobos normales, sus costumbres y, por supuesto, el hecho de que ninguna hembra los quería… y los secuestros de lobas.

Pero, de alguna manera, el Alfa Ikenon consiguió permiso para que Marius viviera, aunque él vivía aislado, eso lo sabía.

Mi corazón se encogió por él, y de repente recordé los ojos rojos del lobo negro que vi cuando era niña.

¿Cómo pude haber olvidado eso?

Oh, el frasco de vidrio había caído sobre mi cabeza, hasta olvidé lo que
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